¿Cómo llega a existir algo como Flow? Una pequeña película de Letonia creada con un software gratis por un equipo central de cinco personas, que se convirtió en la primera película independiente en ganar el Óscar a Mejor Película Animada.
Ahora en cines, Flow sigue a un gato en un escenario postapocalíptico, en un viaje por sobrevivir en el que conoce a otros animales. Y todo sin nada de diálogo.
Es un hit internacional, incluyendo monumentos alzados en su honor en su país de origen y ya se habla de una revolución en el mundo de la animación.
Un proyecto modesto que venció todos los obstáculos
Todo empezó con la decisión del director, Gints Zilbalodis, de tirarse a la piscina. No tenía formación audiovisual porque en Letonia no hay escuelas de animación, pero sabía que quería hacer películas. Así que simplemente las hizo. Se enseñó a escribir, animar y componer música y así realizó sus primeros cortos. Y después de un primer largometraje, consiguió financiamiento para empezar el proceso de Flow, que duraría 5 años.
El equipo central que trabajaba activamente en el proyecto era pequeño, pero junto a sus productores y animadores europeos quizás sumaban unas veinte personas. Y todos trabajaron con Blender, un software abierto al público para diseñar y animar.
El mismo Gints ha pasado los últimos meses tuiteando sobre el proceso de crear la película y lo detalla mejor.
Flow mezcla 3D tradicional con cel-shading (o sombreado plano), una técnica que va en contra del fotorrealismo y hace que las gráficas 3D parezcan dibujos animados o cómics. No se ve perfecto, pero tiene colores planos, bordes definidos, alta saturación y sombras marcadas que terminan produciendo un estilo visual vibrante y estilizado.
La película tuvo su estreno en el Festival de Cannes 2024 y ahí fue donde empezó un boca a boca que todavía sigue. Se convirtió en la película letona más vista en la historia, y que incluso levantó estatuas del gato protagonista en Riga, la capital.
En Letonia están vueltos locos con Flow y le hicieron una estatua al gato protagonista pic.twitter.com/C4vBIoyO3p
— Iñaki Goldaracena (@igoldark) March 3, 2025
Y hace una semana le quitó el Oscar a dos gigantes: la favorita The Wild Robot e Intensamente 2, que juntas han recaudado más de dos mil millones de dólares en todo el mundo.
El Óscar también está expuesto en el Museo Nacional de Arte Letón y hay filas larguísimas para ir a verlo.
Es válido preguntarse qué es lo que tiene Flow, ya que, sin subestimarlo, seguramente sea más que un gato tierno.
Flow usa animales para hablarnos de algo extremadamente humano
El protagonista de Flow es un gato, sí, pero lo curioso es el lugar donde está situado. Se construye un mundo que tiene suficientes semejanzas con el nuestro como para reconocerlo, pero con algunas diferencias que nos tienen haciendo conjeturas. De partida, no se ve ni un solo humano.
No sabemos lo que pasó y no se nos va a explicar, pero los animales que aún habitan el planeta parecen estar alterados y eso es porque las condiciones climáticas a su alrededor están cambiando.
Nuestro gato protagonista rápidamente tiene que empezar a migrar producto de desastres naturales y hay muchos más animales que están sufriendo los efectos de un planeta en tensión, expuesto a cataclismos y la amenaza constante de inundaciones.
Así, el gato va conociendo otros animales: un lemur, un capibara, un perro y un ave con quienes va formando alianzas. Se ayudan y, como si fuera un arca de Noé catastrófica, emprenden rumbo sin saber bien a dónde, usando sus distintas habilidades para sobrevivir. Todo mostrado con una cámara imposible, que vuela –¿fluye?– entre escenarios, que no se interrumpe y dicta su propio paso del tiempo, poniéndonos en la perspectiva limitada de animales consumidos por su entorno.
Flow opens with the cat looking at it's image reflected in water. In the first shot, the reflection gets distorted, trembling anxiosly, but at the end it calms down becomes clear. pic.twitter.com/10jSxW4Iuk
— Gints Zilbalodis (@gintszilbalodis) February 16, 2025
Los vemos sortear esta aventura mostrando todas las idiosincrasias propias de cada especie. Y eso, por un lado, es profundamente tierno, pero por otro, nos da pistas acertadas sobre la naturaleza animal y las características que nos han llevado a configurarnos de la forma que lo hacemos en nuestro espacio.
Porque hay jerarquías. Y hay roces y peleas. Pero lo que vamos notando, desde la timidez y el miedo propios del gato, es cómo las diferencias se pueden usar para fines comunes y cómo algunos rasgos pueden superarse cuando nos enfrentamos a la adversidad.
Es un mensaje sencillo pero claramente humanista y que resuena particularmente fuerte en un momento en que nos vemos más divididos que nunca en un planeta que amenaza con extinguirse. Quizás por ahí esté la clave de que la película esté causando este impacto en tantos territorios.
Flow habla sobre pasar del individualismo al colectivismo. La idea que nuestros antepasados entendieron y que a nosotros parece estársenos olvidando. La que dice que, si queremos sobrevivir en un mundo cada vez más adverso, seguramente es más posible que lo logremos en equipo.
Nota de riesgo: que su mensaje sea simple no lo hace menos potente, pero es finalmente una película conservadora.
