Se supone que nos refugiamos en el arte para vernos reflejados, entender nuestro paso por este mundo y, así, a nosotros mismos como humanos. ¿Podríamos cederle ese poder a los robots? Porque eso es lo que estamos haciendo.
Los últimos años la IA se ha ido inmiscuyendo en todas las industrias, y uno de sus involucramientos más polémicos ha sido en el cine.
Guiones ya han sido firmados por ChatGPT, películas han metido IA sin que nos demos cuenta y los directores que conocemos están lidiando de distintas maneras con esta tecnología.
Producciones creadas con IA
En un estudio de la Universidad de Exeter se le pidió a 293 participantes que escribieran un cuento de 8 líneas. Dos tercios de los participantes recibieron asistencia de IA generativa para obtener ideas y alrededor de 600 personas leyeron todas las historias y las evaluaron. Las mejor rankeadas fueron las que no tuvieron ayuda y la investigación concluyó que la IA puede dar opciones narrativas pero termina produciendo relatos menos originales.
Aún así, los grandes estudios de cine la están incorporando. Runway, una de las mayores startups de video, firmó un acuerdo con Lionsgate para permitirles usar su modelo en próximas producciones. Aún no imaginamos en qué va a desembocar esto.
No todos están de acuerdo. DreamWorks incluyó en The Bad Guys 2 una advertencia en créditos: prohibido usar la peli para entrenar modelos de IA sin autorización.
Una de las principales demandas de la huelga de guionistas de Hollywood del 2023 fue establecer protecciones sobre la integración de IA en los procesos de escritura y se concluyó que podrían usar la tecnología para generar borradores, pero que los guionistas siempre recibirán crédito por su trabajo.
Dicho eso, uno de los casos más emblemáticos fue el 2024, cuando se buscó estrenar The Last Screenwriter, una película cuyo crédito de guion está atribuido a “Chat GPT 4.0”. La película va de un guionista que se da cuenta de que una inteligencia artificial es capaz de escribir mejor que él. Y la forma de crear la idea fue cuando el director le dio ese prompt y dejó que Chat GPT le diera rienda suelta a su imaginación.
La película fue promocionada como “la primera escrita completamente por inteligencia artificial” e incluso generó debate académico sobre los límites de la “autoría legal” de la IA.
Iba a estrenarse en Londres en junio del 2024, pero días antes la cantidad de protestas y denuncias fue tan grande que el evento terminó cancelándose.
El director liberó la película en YouTube junto con documentación del proceso de escritura, para los interesados. Ustedes mismos pueden juzgar si a la IA le salió convincente o no esto de la experiencia humana.
IA oculta en producciones tradicionales
Luego está la inteligencia artificial que notamos menos.
Netflix confesó que en El Eternauta, su reciente superproducción argentina, utilizó para una secuencia de efectos IA, reduciendo tiempos de posproducción.
The Brutalist usó IA solo para afinar los acentos húngaros que sus actores imitaban, pero tras una pequeña polémica, el director aclaró que el valor de la tecnología está en el detalle técnico, no en reemplazar el talento humano.
Y es lo que piensan directores más puristas. Los Daniels, directores de Everything Everywhere All At Once, condenaron el uso de IA como un atentado a la creatividad. Guillermo del Toro la llamó “un insulto a la vida misma” y Martin Scorsese comparó la IA con “la peor forma de fast food cultural”.
La nueva forma de incorporarla
Los intentos por incorporarla y la forma en que la recibimos va a ir moldeándose con el tiempo. Hay artistas que crean la totalidad de sus obras con IA y otros que las potencian.
Esta misma semana, por ejemplo, se estrenará en Las Vegas una de las fusiones más importantes hasta la fecha entre la industria del entretenimiento y la inteligencia artificial. Una experiencia inmersiva de una película que fue elegida por ser una de las más queridas de la historia:
Se intervino El Mago de Oz, e incluso se agregaron actores que estaban fuera de cuadro en la versión original, replicando sus movimientos y actuación. Los sets se ampliaron digitalmente y se remasterizó el sonido y la imagen. Si esto sale bien (y ya están vendidas las entradas que cuestan más de 100 euros) podremos esperar más producciones como esta en el futuro.
Otra polémica ocurrió en febrero, cuando el Festival Internacional de Cine de Berlín presentó una película compuesta íntegramente por clips de vídeo generados por IA: What’s Next? de Cao Yiwen. La película tuvo críticas negativas y el público se indignó por su incorporación en un espacio tan prestigioso.
La programadora de la sección del festival defendió la decisión diciendo “nos pareció un punto de partida muy interesante para iniciar la discusión sobre secuencias generadas por IA”.
Por otro lado, Darren Aronofsky (Cisne Negro, Requiem por un sueño) fundó Primordial Soup, un estudio que trabaja con Google DeepMind para fusionar IA y cine. Ya produjo su primera obra, el corto Ancestra, vendiéndolo como experimento entre narración tradicional e imágenes generativas.
Y quizás hay que verlo de esa forma. Aceptar que estamos en un momento de experimentación, donde no entendemos los límites de esta nueva tecnología ni su capacidad de alterar lo que conocemos, pero que no podemos evitar su utilización.
Y eso no significa que haya que ignorar los riesgos. Apoyarnos en IA para agilizar y economizar procesos audiovisuales producirá inevitablemente que el sector se precarice aún más y que profesionales pierdan su trabajo.
Eso sin contar los riesgos que conocemos. Entrenar modelos de IA gasta tanta electricidad como cientos de hogares durante un año y depende de combustibles fósiles y sistemas de refrigeración para evitar sobrecalentamiento de servidores. Google reconoció que en 2022 sus centros de datos usaron más de 5.000 millones de litros de agua solo para enfriamiento.
Pero pasó con el cambio de la radio a la imagen audiovisual, con el uso del sonido en el cine mudo, con la aparición de la tele y con los streamings. La industria audiovisual siempre va cambiando.
La irrupción de la IA en el cine ha dejado de ser una hipótesis distópica y es una práctica en marcha que iremos comprendiendo a medida que avanza.
Ya sea que se incorporen sus tecnologías de manera invisible, o que veamos una nueva evolución del medio, lo cierto es que estos últimos años han demostrado que la forma en que entendemos lo que es el cine sigue cambiando.