Como te contamos hace unos días, tuvimos la suerte de ir a cubrir el Congreso Futuro. El evento partió con una charla de uno de los invitados estrellas del congreso, el cineasta alemán Werner Herzog.
Si no lo conoces, Herzog es uno de los pioneros del nuevo cine alemán, que con presupuestos pequeños hicieron películas tremendamente llamativas entre los 60 y los 80. Herzog se ha caracterizado por hacer películas sin guión, improvisando mucho y poniendo a sus actores en situaciones similares a las de los protagonistas de la película. El ejemplo más conocido fue cuando trató de llevar un barco de vapor por la Amazonía peruana cuando filmaba Fitzcarraldo.
Pero esa es otra historia. En Chile, Herzog fue invitado para inaugurar las charlas del primer día, que tenía por tema la pregunta ¿Qué nos inspira? No parecía un reto demasiado difícil para una persona que además de cineasta ha escrito poesía, guiones, ha actuado en varias películas e incluso ha dirigido óperas.
A más de uno le habrá asaltado la duda: ¿por qué invitar a un cineasta a un congreso de ciencia? Primero, hay que decir que hace rato el Congreso Futuro ha tomado el arte como un punto de partida entre varios más para acercarse a los tópicos más complejos de nuestro tiempo. Pero además, la última película de Herzog, Theater of thought (2022) o El teatro del pensamiento, es un documental que intenta dilucidar el problema de la mente y cómo la tecnología aplicada a nuestro cerebro puede generar nuevos problemas legales y éticos.
Pero la presentación de Werner no se trató de un resumen de su último documental, más bien se enfocó en contestar una pregunta mucho más amplia: el futuro de la verdad.
“Espontáneamente me nació la idea de hablar acerca del futuro de la verdad, puesto que siempre ha estado presente en todo mi trabajo como poeta y cineasta, y quiero hacerlo no como un científico, sino como un poeta que ha estado en busca de la verdad.
El primer problema con el que nos encontramos es que nadie sabe qué es la verdad. Los filósofos no pueden darte una respuesta, los matemáticos no pueden darte una respuesta, ni siquiera el Papa en Roma puede darte una respuesta”.
Muy en la onda de los tiempos, Herzog nos recordó que la verdad es un concepto filosófico casi inaprensible, y que como recuerda el viejo proverbio persa: “Dios tenía un espejo, y el espejo era la verdad, pero Dios dejó caer el espejo y se quebró en millones de pequeñas partes. Los seres humanos tenemos la posibilidad de encontrarnos con uno de esos pequeños pedazos y mirarnos en él. Los humanos tenemos un pequeño fragmento de la verdad.”
"La guerra a veces sueña con sí misma"
Esta misma idea, nos recordó Herzog, puede verificarse en nuestras mentes, en las que no existe una única verdad. Un buen ejemplo de ello es que la memoria es poco confiable, puede olvidar cosas como incluso inventarse recuerdos que nunca le sucedieron. El propio Herzog recuerda cuando utilizó una cita de Von Klauzevitz–general napoleónico–que decía simplemente “A veces la guerra sueña con sí misma”. Tremenda frase. Pero algunos meses después, varios académicos lo contactaron para decirle que Klauzevitz nunca había dicho tal cosa. ¿De dónde había salido entonces la cita? ¿Se la había inventado? ¿Por qué entonces la recordaba tan bien?
Si la historia es un constructo, también nuestras historias personales pueden serlo. Pero ojo, eso no significa que no haya una verdad, es simplemente que tal vez no podemos entenderla en su totalidad, como en el espejo persa. El cineasta alemán considera que en los sentimientos es donde se pueden encontrar estos espacios de verdad, axiomas de sentimiento los llama él, tomando un concepto matemático de algo irreductible. Los axiomas de sentimiento son la esencia última que ya no puede ser explicada, como el enamoramiento por solo escuchar una voz cantar en una ópera o que miles de personas lloraran ante la muerte de Diana, alguien que no conocían y que no tenía relación alguna con sus vidas.
Alitheia, iluminar la verdad
La verdad, para los griegos, venía del término alitheia, que significa sacar a la luz, iluminar. Por eso Herzog entiende la verdad desde el arte, en su caso desde el cine, que le parece una manera de iluminar ciertos lugares, ideas y personas, como forma de acercarnos a la verdad; pero también el proceso mismo es una metáfora de la alitheia: cómo la luz al hacer contacto con el celuloide revela las imágenes invisibles.
La otra cara de la moneda, de todo este proceso que sucede en nuestras mentes en cuanto a la verdad, es que como menciona Herzog, nuestro cerebro tiene un cierto nivel de tolerancia a las mentiras y las falsedades. Por eso la segunda parte de su charla tuvo que ver con las fake news y cómo estas han estado presentes a lo largo de toda nuestra historia, desde las negociaciones papales para los terrenos del vaticano hasta los falsos emperadores Nero que florecieron después de la muerte del real.
Herzog, obviamente, no tiene la solución a este tremendo problema. Más bien nos instó a desarrollar, tanto nosotros como en los niños, una alfabetización de los medios, ser capaces de leer, escuchar y ver lo que se nos presenta desde la duda y el escepticismo. Porque como bien los resumió en la última frase de su charla: la verdad no tuvo un pasado, no tiene un presente y tampoco tendrá un futuro.
Si quieres escuchar la charla completa, puedes verla aquí: