Como el que se enojó y tiró la barbie. O como esa prima que era capaz de armar todo un club, igual al tuyo pero en otro lado de la casa, porque no le gustaron tus reglas. Pero el club o la barbie ahora valen millones de dólares.
A esos años de infancia me recordó el día en que Donald Trump se enojó y decidió armar su propia red social, después de que lo habían expulsado de Twitter: Truth Social.
Todo partió porque lo suspendieron de Twitter y de Facebook después de los ataques al Capitolio el 2021. Asesorado por los antiguos colaboradores de su programa de televisión The Apprentice, decidió que era momento de crear un Twitter donde la gente pudiera expresarse sin miedo a ser censurada.
El financiamiento y el lanzamiento de la nueva red social estuvo rodeado de polémica: el Guardian aseguraba que habían lazos con capitales rusos y con posibles esquemas de lavado de dinero. Una empresa china, experta en asesorar empresas que quisieran salir a la bolsa norteamericana e investigada por la SEC (Securities and Exchange Commission), estuvo involucrada.
Pero contra viento y marea, Truth Social vio la luz.
No le fue demasiado bien, aunque tampoco se desintegró como muchos pensaban. La red social es básicamente un Twitter de otro color con muchos menos usuarios, casi todos seguidores del ex-presidente.
Para que te hagas una idea de la magnitud: el dueño de la barbie, Donald Trump, tiene casi 7 millones de seguidores en su red. Muy poco comparado con los casi 90 millones que tenía en Twitter antes de que le cerraran la cuenta.
Salida a la bolsa y los “meme stocks”
Pero Trump no se rinde: aunque su red social parezca un pueblo fantasma donde solo sus posts tienen repercusión, logró salir a la bolsa después de muchas idas y vueltas legales.
Por ejemplo, su compañía de medios, Trump Media & Technology Group (TMTG), donde está alojada Truth Social, fue adquirida por otra compañía que sí podía salir a la bolsa: Digital World Acquisition Corp (DWAC). Es lo que se conoce como una SPAC: Special Purpose Acquisition Company, una compañía “cascarón”, que sí está en la bolsa, diseñada especialmente para comprar a otra que no lo está, y así la última puede quedar listada.
Las acciones de DWAC bajaron considerablemente después de la adquisición, que además demoró bastante tiempo en ser aceptada por la SEC. Cuando finalmente salió a la bolsa, bajo el ticker DJT, el precio subió por la nubes: la compañía llegó a valorarse en casi 8 billones de dólares.
Donald tiene una buena parte de las acciones, y la salida a la bolsa le permitió ingresar en la lista de las 500 personas más ricas del mundo por primera vez gracias a los 4.6 billones de dólares que le reportó la subida de precio de la acción.
Pero no por nada a DJT le dicen “meme stock” o “acción meme”: una acción que debe buena parte de su valor a alguna personalidad de internet que la promociona, o que sube gracias a alguna tendencia particular, como GameStop, y que en los fundamentales, no tiene ese valor.
Por lo tanto son muy volátiles, algo que DJT (el presidente, no la acción) aprendió rápido: el lunes DWAC publicó que la compañía que adquirió había sufrido pérdidas de 58.2 millones de dólares, con ganancias de solo 5, y que tenían muchas dudas con respecto a la continuidad del negocio. La acción bajó más de 20%, quitándole la módica suma 1 billón de dólares a DJT (el presidente).
Ojo, la empresa ha crecido en los últimos años: el 2022 solo vendió 1.5 millones de dólares (principalmente por avisos), por lo que este último reporte muestra un crecimiento, aunque el tamaño de la red social sigue siendo muy pequeño en comparación a las compañías con las que Trump quiere competir.
De todas formas, Donald no puede usar sus acciones como colateral ni tampoco puede venderlas: tiene una moratoria de seis meses mientras se siguen investigando varias irregularidades en TMTG.