Todo lo que quería Emma Raducanu era reemplazar sus AirPods.
Antes de su primer partido en las clasificaciones del US Open 2021, ese mini torneo previo que juegan aquellos jugadores cuyo ranking no es suficiente para entrar directo al cuadro principal, la británica no podía encontrar sus audífonos inalámbricos. Los declaró perdidos y pensó que, si ganaba ese encuentro, podría comprarse unos nuevos. Una motivación extra para la entonces adolescente de 18 años.
Y así, con un triunfo en la cancha 11 del Billie Jean King National Tennis Center frente a un puñado de personas, arrancó una de las historias más impensadas en los últimos años del deporte. Nueve victorias después y sin ceder sets, el 11 de septiembre de 2021 Raducanu se convertía en el shock más increíble del circuito en los últimos años.
24 mil espectadores la vieron levantar el trofeo en la Arthur Ashe de Nueva York, el estadio más inmenso que tiene el tenis. También vieron cómo ganaba un cheque por 2.5 millones de dólares: suficiente para unos nuevos AirPods.
Fue el punto de inflexión de una vida extraordinaria. El instante en que Raducanu se convirtió en un fenómeno tenístico frente a millones de televidentes en búsqueda de nuevas ídolas en el deporte que Serena Williams dominó por años.
Son algunos de esos fenómenos los que traspasan con asombro las barreras deportivas. Ella es quizás, el caso más emblemático del último tiempo. Porque Raducanu también se convirtió al instante en un éxito comercial y en un ícono publicitario. Un deseo irresistible para las marcas que se rinden ante su carisma, su belleza física y su talento frente a las cámaras fotográficas.
Por supuesto que su mestizaje seduce al mercado y funciona como un imán para las nuevas generaciones. Su padre Ian es rumano de Bucharest y su madre Renee es china de Shenyang. Se conocieron en Toronto, y a dos años del nacimiento de Raducanu, se mudaron a Londres.
“Esa herencia cultural le confiere un atractivo global único, que le permite trascender la escena tenística y convertirse en una estrella universal”, describe Gavandra Hodge, editora en The Sunday Times Style y experta en temas de moda y estilo de vida.
Raducanu fue la cuarta atleta femenina mejor pagada en 2022 según el ranking de la revista Forbes. Los contratos con Nike, HSBC, Porsche, Evian, Dior, Tiffany y Vodafone le reportaron 18 millones de dólares. Naomi Osaka, Williams y la esquiadora china-estadounidense Eileen Gu completaron el podio anual.
Meses después de su gesta en Flushing Meadows, la británica se metió en el top ten de la WTA. Sin embargo, luego del título que la disparó a la fama no superó la segunda ronda en ningún major, no ganó títulos, ni tampoco destacó en otros eventos grandes.
Mientras tanto, en la cima del ranking, Iga Swiatek (22) firmó la temporada más dominante desde el 2015 de Williams. Pero lo deportivo y lo monetario no siempre van de la mano: aún con esos resultados tan disparejos dentro de la cancha, Raducanu ingresó a su cuenta cuatro millones de dólares más que la indiscutida número uno del mundo.
En el 2023 la polaca la superó en el total de ganancias gracias a los premios ganados en cancha, aunque fuera de ella, Raducanu todavía la supera.
Más datos respaldan el huracán publicitario Raducanu: un estudio reciente de la firma Sponsor United encontró que los posteos comerciales en sus redes sociales tuvieron en promedio el alcance más alto entre todas las tenistas profesionales.
“Es Raducanu el caso más evidente de la vorágine de estos tiempos, de cómo los nuevos talentos pueden llegar a hacer cumbre muy rápido y luego marchitarse a la misma velocidad”, escribe el periodista especializado en tenis de El País, Alejandro Ciriza.
Luego de un 2022 sin brillar, en 2023 la británica solo ganó cinco partidos de diez jugados. Desde su título en Nueva York cambió cinco veces de entrenador. Vinieron lesiones en sus muñecas y su tobillo, mucho dolor físico y luego, cirugías de las que se va recuperando lentamente.
Esto no significa que la carrera de Raducanu esté acabada. Por el contrario, sigue siendo una referente muy joven en un deporte muy exigente que permite varios tropiezos.
Algunos creen que el haber ganado un Grand Slam le significó una presión extra. Cuántas veces le preguntaron si acaso ser el centro de atención no era una mochila pesada sobre sus hombros: “Yo ya soy campeona de Grand Slam. La presión estará sobre aquellos que todavía no lo han sido”.
Raducanu y su deseo de nunca haber ganado el US Open
Pero Raducanu a veces, en lo profundo de su ser, deseó nunca haber alcanzado aquella gloria. “A veces pienso que ojalá nunca hubiera ganado el US Open, que ojalá no hubiera ocurrido”, confesó a The Sunday Times en una entrevista el pasado julio, poco después de haber sido operada en sus dos muñecas, y sin poder siquiera abrir una botella con agua.
Pero ese deseo pasajero acaba siempre reemplazado por el recuerdo de la euforia que sintió luego de vencer a Leylah Fernández por 6-4 y 6-3 en el partido más importante de su vida: “En ese momento, cuando estaba celebrando, estaba como ‘literalmente aceptaría cualquier sufrimiento del mundo por este instante’”.
Aquel encuentro con el máximo premio en el tenis llegó en estado de gracia. “La gente habla sobre el flow. Yo solo lo he experimentado un par de veces en mi vida y esa vez fue una. Estaba tan en el momento, fue una locura. Ni siquiera pensaba, mi cuerpo solo se movía”, relató.
Admitió que tuvo que madurar muy rápido, que por entonces era demasiado ingenua: “Me di cuenta que el tour y todo lo que lo rodea no es muy agradable, no es un lugar seguro para estar confiada. Hay que levantar la guardia porque hay muchos tiburones rondando. La gente de la industria me ve como un chanchito alcancía. Me he quemado un par de veces, pero aprendí y así intento mantener mi círculo lo más pequeño posible”.
Por cumplirse dos años de su monumental campaña en Nueva York, Raducanu salió del top 180 del escalafón. Y seguirá cayendo. Algunos dirán que será una one hit wonder. Tiene veinte años y podría jugar otros veinte más en el profesionalismo. Pero incluso si acaso fuera ese el único éxito de su carrera, nadie se lo podrá quitar jamás.