Es temporada de Nobels y el Fintualist lo sabe. Y es que cada año te contamos quiénes fueron los galardonados en nuestra especialidad: la economía. En el 2021 los aplausos se los llevaron las teorías tan inobservables hasta ese momento como Nessi, el monstruo del Lago Ness; en 2022 lo que la llevó fueron los bancos y el efecto de los rumores en su desempeño. Este año, el no-Nobel (ya que el de economía no es un Nobel-Nobel) se lo lleva Claudia Goldin, investigadora de Harvard que ha dedicado su carrera a investigar sobre brechas de género.
Y es que en solo una frase hay muchísimas cosas que destacar. Son pocas las mujeres que han ganado premios Nobel, más aún en el ámbito científico. Y menos aún las que los han ganado por estudios con enfoque de género. Emocionante queda corto.
Quién es Claudia Goldin
Claudia es economista, doctora de la Universidad de Chicago y profesora en Harvard; de hecho, fue la primera mujer a cargo del departamento de Economía de esta universidad en el 90. Ya desde entonces estaba casi completamente dedicada a estudiar a las mujeres en el mercado laboral. Específicamente, su investigación se ha centrado en la evolución de la participación laboral femenina, las causas de la misma y el efecto en la brecha salarial de género.
Comenzó estudiando la historia laboral de Estados Unidos. Cuando llegó al momento de la industrialización del país, se dio cuenta que las trabajadoras habían sido bastante ignoradas en la historia económica, y fue ahí que decidió orientar sus estudios hacia la participación femenina y su evolución en el tiempo. Estos estudios alcanzaron su punto cúlmine con el libro Understanding the Gender Gap: An Economic History of American Women (1990), en el que no solo da cuenta de la existencia de una brecha de participación y salarial en el mercado laboral, sino que también explicita cuáles han sido los costos para la producción estadounidense de dejar a las mujeres de lado. Luego, intentó entender las razones de estas brechas, qué estaba pasando en el paso anterior a la vida laboral: la educación femenina.
Pero no se ha quedado ahí: se ha movido a los efectos de las decisiones familiares en las posibilidades laborales de las mujeres, principalmente la píldora del día después y el matrimonio. El argumento es el siguiente: el mercado laboral normalmente castiga a las mujeres por su capacidad de ser mamás, que las lleva a ausentarse del trabajo de forma intermitente (pre y post natal, más ausencias posibles por el cuidado de sus hijos). El matrimonio refuerza esta brecha, al aumentar las posibilidades de ser mamá; la píldora las disminuye, considerando que reduce la probabilidad de dejar los estudios superiores, muchas veces retrasa la edad de matrimonio y también disminuye las ausencias laborales por maternidad que normalmente retrasan su desarrollo profesional.
Tal vez estás pensando que sus argumentos hoy en día están bastante aceptados dentro de la sociedad: los escuchas en comidas familiares o discusiones en tu trabajo. Puede ser verdad, teniendo en cuenta que Goldin partió en los 90, pero también ha derribado un par de ideas preconcebidas que llaman harto la atención.
Normalmente se cree que la participación laboral femenina ha ido siempre en ascenso, o sea, que la brecha se va disminuyendo siempre con el paso del tiempo. Y si a eso le sumamos el nivel de desarrollo del país, se asume que la pendiente es aún mayor (la brecha disminuye más rápido). Pero Claudia demuestra que, en realidad, la participación tiene forma de U.
En un comienzo, las mujeres trabajaban en trabajos de baja cualificación y mal remunerados, normalmente manuales. La mayor parte de la población era pobre, así que todos en el hogar debían trabajar, muchas veces incluso los niños. Pero a medida que aumentó el desarrollo de los países, especialmente con el inicio de la Revolución Industrial, las mujeres fueron reduciendo su participación porque ya bastaba el ingreso que estaba aportando el hombre de la familia: simplemente iban al trabajo no remunerado en el hogar.
Cerca de 1910, el nivel de participación vuelve a subir al aumentar el ingreso de las mujeres a la educación superior, a un cambio en las expectativas sobre las mujeres y, más adelante, a la aprobación de la pastilla anticonceptiva.
Una conclusión bastante interesante de su estudio es la siguiente: históricamente, las principales diferencias salariales podían explicarse por diferencias en la educación y las carreras que hombres y mujeres seguían. Hoy en día, la diferencia se explica desde el nacimiento del primer hijo. Para Claudia, la diferencia salarial podría reducirse si los empleadores permitieran mayor flexibilidad para elegir las horas de trabajo; de hecho, la brecha es menor en industrias donde hay mayor flexibilidad horaria. Atentos en RRHH.
En palabras del jurado, sus investigaciones han dado una “visión nueva del rol histórico y contemporáneo de las mujeres en el mercado de trabajo". Base fundamental para crear políticas económicas, laborales y sociales que fomenten el empleo femenino.
Mujeres y Nobel(s)
Son realmente pocas las mujeres que han ganado algún premio Nobel en la historia. Un 6,6% (64 mujeres) para ser precisos: un 6,2% hasta el año pasado y un 36% en esta versión de los premios.
Cuatro mujeres fueron galardonadas con el premio este año. Dos de ellas los ganaron por su trabajo en temas de género.
Anne L’Huillier, física, por sus estudios en dinámica electrónica. Ella es la quinta mujer en ganar el galardón en esta categoría. Katalin Karikó, dedicada al área de la medicina, por sus descubrimientos que permitieron el desarrollo de las vacunas contra el Covid-19. Acá los premios a mujeres han sido un poquito más comunes: 13 en total.
Narges Mogammadi es una activista iraní que ha luchado por los derechos de las mujeres y el término de su opresión en Irán. Activismo que le ha costado caro, y que la hace hoy celebrar su premio en la cárcel. Irónico: se enteró desde la sección de hombres de la cárcel, porque tienen mejor acceso a los teléfonos. Con este premio, el Comité elector reconoce también a los “cientos de miles de personas que se manifestaron contra la discriminación y opresión de las mujeres por parte del régimen iraní”. 19 mujeres ganadoras en total.
Y respecto a las ganadoras del no Nobel, llamado en verdad The Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel, son 3 mujeres, contando a Claudia, quienes lo han ganado en total. Lo interesante del caso de Claudia es que es primera vez que se premia un ámbito de estudio económico con perspectiva de género, es decir, que entiende que existen diferencias estructurales entre hombres y mujeres, y que considerarlas en el análisis es fundamental para encontrar las distintas relaciones económicas.
En este caso, comprender que, aunque no existen diferencias biológicas por las que los hombres históricamente ganan más que las mujeres o participan más en el mercado laboral, hay circunstancias estructurales por las que esto se ha dado: las empresas castigan a las mujeres por ser madres, se les paga menos por sus potenciales ausencias de maternidad, y las mujeres normalmente son quienes se hacen cargo de la crianza y, en general, de los cuidados familiares (llamado economía del cuidado).
Si quieres saber quiénes han sido las ganadoras pasadas de estos premios, te dejo la lista oficial que la misma organización de los premios creó.
Una pequeña reflexión
¿Por qué es importante destacar los logros específicos de las mujeres, si en realidad ganar un Nobel es importante independiente de tu género?
Por varias razones. Primero, históricamente nos hemos preocupado de otro tipo de logros en relación a las mujeres: logros físicos, de pareja o familiares. Incluso googleando a Claudia es fácil verlo: si buscas simplemente su nombre, te aparecerá una búsqueda así:
Otra razón es la representación: así como las Barbies les muestran a las niñas distintos escenarios posibles para cuando crezcan, difundir a las mujeres en la ciencia ayuda a las niñas de hoy en día a ver este rubro como uno igual de posible que ser madres, dueñas de casa o estudiar profesiones normalmente asociadas al género femenino. Puedes ser científica (y ser muy buena en ello), si es lo que te gusta hacer.
Hay grupos que solo visualizamos en una dimensión. Reconocer que tienen más de una, y que en realidad pueden hacer aportes en cualquier ámbito en que quieran desempeñarse, es un gran paso para quitar prejuicios y lograr reducir brechas, cualquiera que ellas sean.