El IPC de julio aumentó 1,4%, acelerándose respecto del mes anterior, y ubicándose por sobre el consenso del mercado.
Con esto, la inflación anual llegó a 13,1%, un nuevo máximo en casi tres décadas. Más de la mitad de este aumento se explica por alimentos y transporte, lo cual en parte refleja los mayores precios internacionales de materias primas.
Por otro lado, el IPC subyacente (sin alimentos y energía) aumentó 0,9% mensual, registrando también una aceleración con respecto al mes pasado. Este aumento es tres veces mayor que lo que uno esperaría de un mes de julio típico, lo que indica que las presiones inflacionarias no están cediendo. De esta forma, este índice llegó a 10,3% anual.
La baja de casi 20% que ha tenido el precio internacional de petróleo desde principios de junio hasta finales de julio aún no se ha visto reflejado en los precios domésticos. Así, observamos que en julio el precio de las bencinas aumentó un poco menos de 5% y aportó 0,15 puntos porcentuales a la inflación.