Este domingo HBO hizo lo que mejor sabe hacer: tras el éxito ininterrumpido que lleva los últimos meses con The White Lotus y The Last of Us, concluyó otra serie que tuvo a Twitter en llamas y a la gente reunida en sus casas los domingos por la noche. Solo que esta vez la invitación era de terno y con champán, ya que la cita buscaba despedir a los millonarios más odiados y amados del último tiempo.
El final de Succession fue limpio y muy en su propia ley. La serie más aclamada de los últimos años empezó el 2018 con la pregunta de cuál de los hijos Roy heredaría un imperio mediático y después de traiciones, alianzas, jugarretas políticas y mucho humor negro, llegó a una respuesta con tan solo cuatro temporadas (los guionistas son gente seria y supieron cortar temprano, cuando aún estaban arriba).
El capítulo de una hora y media no tuvo grandes sorpresas, optando por cerrar sus tramas satisfactoriamente y esbozar el futuro de algunos de los personajes más horribles que hemos tenido el placer de conocer. Ahora, vamos con los spoilers.
Finalmente, los ricos también son miserables
Succession tenía como premisa base la coronación de un sucesor que se convertiría en CEO de Waystar Royco, pero ese muñequeo pasó muchas veces a segundo plano. Por un lado, porque si se elegía a alguien la serie acababa, pero por otro, porque Succession terminó enfocándose en algo más importante.
Lo que nos mostraba la serie, a través de las puñaladas que se pegaban estos multimillonarios inescrupulosos e ineptos, era un montón de gente miserable, que perseguía la quimera del poder porque ya no había nada más que pudiese llenarlos. Los Roy habían sido ignorados y subvalorados por sus figuras paternas y como consecuencia estaban rotos y eran incapaces de tener relaciones sanas. Lo único que les quedaba era perseguir el afecto de su padre (es decir, su empresa), aunque solo los hiciera más desdichados.
Y este cierre plantea la batalla final por obtener aquel elusivo título, da lo mismo si los candidatos han demostrado no merecerlo una y otra vez. Hay un par de reconfiguraciones en el tablero de ajedrez: Shiv, que empieza del lado de Matsson segura de que se quedará con la posición, se ve traicionada por él y se une a su hermanos. Kendall y Roman, que no creían contar con los votos suficientes de la junta para rechazar la compra del sueco y mantener el poder, ahora ven una posibilidad de esperanza. La empresa se puede quedar en mano de los Roy, pero solo tiene sentido si la cabeza es Kendall. Los tres hermanos por fin se ponen de acuerdo, lo que nos lleva a esto:
La serie había dado esbozos de amor fraterno, pero nunca los había retratado de esta manera tan infantil, desordenando la cocina de su madre mientras ella les llama la atención preocupada por el ruido que están haciendo. Ver a los tres hermanos jugando es un pequeño vistazo de cómo podrían haber sido sus vidas si tan solo fuesen personas distintas. Obviamente no iba a durar.
Un arrepentimiento de último minuto hace que Shiv reconsidere que su hermano no es apto, desvíe su voto decisivo y diga que no a la coronación de Kendall. Roman entiende rápidamente que perdieron. Kendall, no tanto. La empresa se vende y queda un nuevo CEO liderándola: Tom. Inesperado, pero tiene sentido: necesitan una cara visible que pueda ser un punching bag de la prensa, lidiar con el desastroso día a día de la corporación y que, probablemente, sea reemplazado en poco tiempo. Y Tom ha demostrado no tener límite en rebajarse para saborear un poco de poder. Los Roy pierden, no podría ser de otra manera.
¿En qué quedaron los personajes de Succession?
El mito cuenta que, cuando tenía 7 años, Kendall recibe la noticia de su padre de que algún día heredará su imperio. Esto lo condena. Su identidad entera se basa en ser como Logan, lo que no es tan fácil cuando este es uno de los hombres más influyentes del mundo. Este domingo Kendall perdió, como en cada final de temporada, pero esta vez de forma definitiva. Recibe el golpe más humillante de todos y se queda perdido, lidiando por primera vez con la realidad de ser un nepo baby inepto que nunca tendrá el juguete que le prometieron. El último plano de la serie lo encuentra mirando al vacío, con la sombra del guardaespaldas detrás, recordándole un crimen que lo perseguirá por siempre. Lo más cercano a la justicia que esta gente enfrenta.
Shiv también tiene un desenlace brutal. Después de temporadas intentando llegar a la cima, estuvo más cerca que nunca y perdió. No solo eso, perdió frente al hombre que también pasó temporadas menospreciando. En este capítulo se permite ser vulnerable en una llamada a Tom en la que le propone tener una relación de verdad. Después de haberse dicho tantas cosas terribles, no debería ser tan difícil. Y al parecer lo intentarán, solo que con Tom en la posición de poder. Este vuelco en los roles es devastador para un personaje que siempre se creyó, o supo, más inteligente o capaz que quienes la rodeaban. En el machista mundo corporativo, Shiv tendrá que conformarse con ser la esposa de, la madre de, siempre cerca del trono pero nunca sentándose en él.
Roman entiende que su padre nunca pretendió heredarles nada, llegando a una conclusión que sus hermanos no pueden ver, que es que nada de esto era tan importante. Es similar a lo que Connor entendió cuando optó por su propia felicidad casándose el día de la muerte de Logan: solo alejándose de los lazos tóxicos de su familia, rompiendo el ciclo de abuso y la búsqueda de aceptación, puede ser libre. La serie le permite una última sonrisa y su destino se sella como el más esperanzador de los tres hermanos.
Y así se despide Succession. Después de haber logrado ese complicado truco, el de presentarnos personas horribles, responsables por gran parte del mal que nos aqueja a los mortales (medios comprados, prácticas laborales abusivas, elecciones corruptas), y hacernos entenderlos. Era más que el morbo de ver a los ricos pasarlo mal, era la simple fórmula que tras siglos sigue funcionando en la ficción: muéstrennos personas sufriendo y empatizaremos con ellas.
En el caso de los Roy, Succession concluyó por enseñarnos cómo el dinero pasa a segundo plano, incapaz de hacer felices a quienes más lo tienen. Cómo el poder llega a manos de gente patética y vulnerable. Cómo los lazos familiares pueden ser los más tóxicos de todos, tensándose sin destruirse, y cómo los traumas y las faltas de afecto se acarrean toda la vida, convirtiéndose en nuestra forma moderna de tragedia.
Los extrañaremos, monstruos entrañables.