En enero de 1989 se publicó el cómic The Sandman. Con 75 tomos que se estrenaron hasta 1996, la serie fue un éxito, redefiniendo lo que muchos pensaban que podían hacer los libros de historietas. Fue una de las primeras en estar en la lista de los más leídos del New York Times y ampliamente aplaudida por su inteligencia, además de su entretenimiento.
Posicionándose en zonas grises, la historia de Morfeo, Rey de los Sueños, abarcaba un mundo gigantesco y un centenar de personajes: representaciones del Deseo, Lucifer y la Destrucción, entre otros. Estaba lleno de metáforas filosóficas, aterrizadas a un género accesible. Y la fantasía que presentaba ya no era épica, como se venía haciendo, sino pagana y oscura.
Y es que Neil Gaiman, el autor británico, lo concibió como una pieza de literatura. Llamó a un grupo de artistas visuales de distintos estilos, que mezclando influencias llegaron a una estética gótica, melancólica y única. Una temática más madura que lo que se esperaba de un medio popularizado por historias de superhéroes.
Las conversaciones sobre su inevitable adaptación a la pantalla grande llevaban décadas, hasta que finalmente Netflix se atrevió a dar el salto y estrenó la primera temporada de lo que terminó siendo la serie The Sandman.
Una serie de intentos fallidos
Era de esperarse que, tras el éxito de la obra, Hollywood viera su potencial y quisiera adaptarlo. Pero no iba a ser tan fácil. Tras conversaciones para hacer una película en 1991, el primer intento real se dio en 1996, con guionistas contratados y un grupo de creativos que llegaron a una historia que finalmente fue desechada.
Una sucesión de escritores y productores lo intentaron a lo largo de la década, sin mayor suerte. El mismo Gaiman cuenta que lo llevaron a una reunión con Warner, interesados por el éxito que tenían conceptos fantásticos como El Señor de los Anillos y Harry Potter. La conclusión de los ejecutivos era que su triunfo radicaba en tener antagonistas claros. Gaiman respondió que en The Sandman las cosas eran más complejas. No había un Sauron o un Voldemort a quien derrotar para salvar el mundo. La reunión terminó ahí mismo.
El intento que llegó más lejos fue el de Joseph Gordon Levitt, que quería dirigirla y protagonizar la eventual película. Tras meses de trabajo y anuncios públicos de que el proyecto ahora sí que sí iba, todo se desarmó. The Sandman estuvo décadas en development hell, el término de la industria para aquellos proyectos imposibles de producir. Los guiones entregados eran mediocres y nadie se decidía por el tono del producto, que muchos querían exprimir como un blockbuster de acción. Parecía no tener futuro.
La era del streaming al rescate: The Sandman llegó a Netflix
Hasta que, finalmente, se pudo. Se había llegado al consenso de que la historia solo podía contarse en formato serial, Gaiman se involucró personalmente y finalmente las piezas empezaron a caer en su lugar.
En la época en que vivimos, la competencia por contenido es feroz, con muchos servicios de streaming peleando por la atención de consumidores que van menos que nunca al cine y que ya olvidaron la televisión como la veíamos en los tiempos pre internet. Naturalmente, Netflix consiguió los derechos en 2019.
La pandemia hizo de las suyas, deteniendo la producción y vaticinando que, nuevamente, The Sandman iba a desplomarse antes de existir. Pero el tiempo y el dinero fueron más fuertes y la temporada se completó 33 años después del inicio del fenómeno. El 5 de agosto de 2022 se estrenaron los 10 capítulos de The Sandman.
Tres días después, era el contenido #1 en Netflix a nivel mundial, con más de 69 millones de horas de reproducción. Y, a pesar de que algunos fans tuvieron críticas mixtas, fue ampliamente reconocida como una adaptación fiel y muchos críticos la aclamaron. La revista Time la llamó una de las mejores adaptaciones de historietas de la historia.
¿Un final feliz? ¿Una moraleja de resiliencia? La historia de cómo llegó The Sandman a aparecer en nuestras pantallas es la demostración del legado de una obra importante en la cultura popular. Pero también es la evidencia de que, en la guerra de los streamings, las posibilidades de producción son infinitas. Con tanta serie reviviendo y más contenido que nunca antes, tenemos razones para mantener la esperanza de que cualquiera de los proyectos que pensamos que nunca se realizarán, se produzcan. Para bien o para mal.
Nota de riesgo
Con una base de fans tan numerosa y un material original respetado hace décadas, la serie tenía que llenar unos zapatos inmensos. A pesar de que probablemente no pasará a la historia de la forma en que lo hizo el cómic, no se puede negar que es un producto arriesgado.