Hoy en día, el banco central más importante, responsable de muchos de los movimientos de los activos en el mundo, tiene un desafío: convencer al mercado de que no va a recortar las tasas pronto.
La principal chamba de la Fed es controlar la inflación, y su lucha contra la inflación depende de que tú, yo, y el resto del mundo le creamos lo que dice.
Spoiler: no le está yendo tan bien.
Seguro estás pensando “Chá”. Pero déjame explicarte por qué lo digo.
Cuando hay mucha inflación, los bancos centrales buscan que las personas y empresas demanden menos bienes y servicios, y que así bajen los precios. Para lograr esto, recurren a su principal herramienta: la tasa de política monetaria. Al subirla, la intención de los bancos centrales es que se haga más atractivo ahorrar y menos atractivo gastar.
Sin embargo, lo que la mayoría de los bancos centrales ajustan es la tasa de interés de más corto plazo. La tasa de política monetaria es en general la tasa a la que los bancos comerciales se financian cuando piden prestado de un día para el otro.
Pero las personas y las empresas rara vez piden dinero prestado a un día o una semana, o incluso un mes. Si voy y pido dinero prestado para un crédito personal, probablemente me den un par de años para pagarla. Y si pido dinero para comprarme una casa, me van a dar un plazo de 20 o 30 años.
Todas esas tasas de plazos mayores a un día las determina el mercado. En términos un tanto simplificados, son las tasas que equilibran la oferta por prestar dinero a ese plazo y la demanda por recibirla. De hecho, se les suele llamar “tasas de mercado”.
Estas tasas de mercado no dependen tanto de la TPM actual, sino de las expectativas que tiene el mercado sobre la trayectoria que seguirá la TPM en un futuro. (A esto se le conoce con el larguísimo nombre de: “la teoría de las expectativas racionales de la estructura temporal de las tasas de interés”.)
Mientras menor sea el plazo, mayor será la influencia de la tasa de política monetaria en las tasas de mercado. Por ejemplo, la TPM suele ser muy similar a la tasa de los bonos a 1 mes. Esto hace mucho sentido: si hoy está en 10%, es bien probable que el próximo mes siga cerca de ese valor. La tasa de política monetaria suele cambiar de forma más o menos gradual, igual que las condiciones macroeconómicas.
Pero en 10 o 30 años las condiciones sí pueden cambiar, entonces las tasas a estos plazos dependen poco de la TPM. En general, las tasas de largo plazo se mueven en respuesta a cambios estructurales en la economía (regímenes políticos, cambios legislativos, cambios en los agentes que operan estas tasas, etc).
Entonces, ¿cómo hace un Banco Central para influir en un plazo más largo?
Imagina que la tasa de política monetaria sube mucho, pero por alguna razón todo el mundo piensa que el banco central la volverá a bajar durante los próximos 6 meses.
Si eso pasa, las tasas a uno o más años no subirán mucho, pedir créditos seguirá siendo atractivo, y la demanda por comprar bienes y servicios no bajará (y tampoco la inflación).
Como estas decisiones dependen de las tasas de mediano y largo plazo, los bancos centrales suelen publicar sus planes de política monetaria para intentar influir más en las tasas de plazos más largos.
A estos planes se les conoce como “forward guidance” y son un esfuerzo de los bancos centrales por hacer mejor su trabajo.
La Fed en particular publica cada trimestre sus planes para la tasa de política monetaria en cada uno de los 4 años siguientes, y a “más largo plazo”. Eso lo acompaña de sus proyecciones de inflación, desempleo, y PIB.
El problema es que el mercado no le cree a ciegas a la Fed, porque los bancos centrales no tienen una bola de cristal; nadie, ni ellos, sabe a ciencia cierta cuál va a ser la tasa de política monetaria en el futuro porque eso depende de situaciones que el banco central no puede controlar, como la inflación futura.
De hecho, si nos fijamos en la historia, podemos ver que los bancos centrales no son tan buenos cumpliendo sus planes. El mercado lo sabe.
El mercado no le cree a la Fed
Piénsalo así: tu pareja te dice que quiere estar contigo para siempre. Te emocionas casi hasta las lágrimas. Después piensas en sus relaciones pasadas y recuerdas que no es tan bueno con los compromisos. Él necesita que lo creas para que el asunto funcione, pero tus dudas hacen que tú no te lo compres del todo. Al final, hay una diferencia entre lo que él declara y tus expectativas de que lo cumpla, y eso mismo puede hacer que la cosa al final no funcione.
Porque todos sabemos algo: del dicho al hecho, hay mucho trecho.
Esta es la situación en la que está hoy la Fed: dado que en los últimos meses el mercado ha comenzado a pensar que la economía de Estados Unidos se va a debilitar y la Fed va a querer auxiliarla, las tasas de mercado han bajado en los últimos meses, pese a que en su forward guidance han dicho una y otra vez que no bajarán las tasas pronto.
Hoy el mercado espera que la Fed recorte la tasa de política monetaria en 0.25% en noviembre y en diciembre.
Vamos a ver en un año más cuál pronóstico se cumple, si el de el mercado, o el de la Fed. Por lo pronto, nuestra recomendación es ayudarlos a hacer mejor su trabajo y ponerse a ahorrar 🙂