«Hay que diversificar riesgos» la frase, ya bastante trillada a estas alturas, sirve para hablar desde negocios hasta para explicar cómo contrata refuerzos un equipo de fútbol. Es también una de las cosas que normalmente escuchamos cuando empezamos a invertir nuestros ahorros.
Empecemos por lo primero: ¿qué es diversificar?
En términos simples, es repartir tus recursos (o sea, tu dinero) en los distintos tipos de activos o instrumentos de inversión disponibles. La idea es optimizar el rendimiento y el riesgo asociado a ello.
En otras palabras, la diversificación te permite no depender solamente de un resultado, sino repartir tu dinero en distintas inversiones. En la cultura popular lo conocemos como «no poner todos los huevos en la misma canasta».
¿Por qué es bueno diversificar?
Piensa, por ejemplo, cuando ibas al súper con tu mamá y te mandaba a hacer fila en la otra caja al momento de pagar: en lugar de una, ahora tenían dos opciones de estar en una caja más rápida.
Eso es diversificación.
En la práctica, el principal beneficio de diversificar tus inversiones es que aunque a algunas les pueda ir mal, a otras les irá excelente y compensarán las pérdidas de las otras. Hablando de los mercados accionarios en particular, a lo largo de la historia las subidas en las acciones han sobrecompensado las pérdidas, otorgando rendimientos atractivos a quienes invierten en ellas.
Por supuesto, las inversiones conllevan un riesgo: como te comentaba, no siempre el dinero crece, sino que muchas veces puede disminuir durante periodos —generalmente cortos, eso sí— de tiempo. Es importante siempre tener en cuenta cuánto riesgo asumimos al hacer cualquier inversión.
Te platico un poco más de esto.
Entendiendo el riesgo al invertir
Imagina un mundo en el que tienes tres opciones para invertir:
- Opción A: 8% de rendimiento esperado
- Opción B: 10% de rendimiento esperado
- Opción C: 12% de rendimiento esperado
Si te pidiera que escogieras asignar tu dinero en cualquiera de estas inversiones, sin tener ningún dato más, estoy seguro que lo pondrías todo en la opción C: ¿por qué poner tan siquiera 5% del dinero en las opciones A o B, si pagan menos rendimiento?
En este ejemplo, solamente estamos considerando el rendimiento esperado, así que es atractivo irse por la opción que más pague.
Cambiemos un poco la situación, y agreguemos dos escenarios: uno bueno y uno malo, cada uno con cierto grado de probabilidad.
¿Qué escogerías ahora?
Sólo para dejarlo claro: el rendimiento esperado del segundo caso es exactamente igual al del primero.
Si, en este ejemplo, multiplicas la probabilidad de que ocurra cada escenario por el rendimiento que tendría cada opción en ese caso, obtendrías el mismo resultado que en el caso original.
- Opción A: (25% x 8%) + (75% x 8%) = 8% de rendimiento esperado
- Opción B: (25% x 4%) + (75% x 12%) = 10% de rendimiento esperado
- Opción C: (25% x -6%) + (75% x 18%) = 12% de rendimiento esperado
Pero ahora quizá ya no sea tan evidente que prefieres la opción C: hay una probabilidad grande (25%) de que termines con pérdidas si pones el 100% de tu dinero ahí.
Quizá prefieras la opción B, donde aún en el escenario malo obtienes algo de rendimiento o incluso, si eres una persona muy conservadora, la opción A (donde tienes un 8% asegurado siempre).
Ese cambio en las preferencias sucede porque ahora hay riesgo: la incertidumbre en el resultado final de una inversión. Y por eso hace sentido diversificar: si bien la opción C sigue siendo la más atractiva en cuanto a rendimiento esperado, tampoco quieres quedarte sin ganancias (o perder dinero).
Diversificar y distribuir tu dinero entre las tres opciones te permite “protegerte”: si invirtieras 100% en la opción C, perderías -6% en el escenario malo; en caso de que decidieras invertir ⅓ parte de tu dinero en cada opción, en el escenario malo obtendrías un 2%.
(⅓ x 8%) + (⅓ x 4%) + (⅓ x -6%) = 2%
Que quizá no parezca mucho, pero es mejor que -6%.
Por supuesto, esto también afecta el rendimiento obtenido en el escenario bueno: invirtiendo todo en la opción C, recibirás 18% de rendimiento, contra un 12.67% invirtiendo en los tres fondos por partes iguales.
La respuesta de cuál es la combinación óptima al final depende de ti y qué tanto riesgo puedas —y quieras— correr, pero es importante que consideres siempre los rendimientos esperados y los riesgos de la inversión que escojas.
¿Maximizar rendimiento o minimizar riesgo?
Como ya te mencioné, cuando inviertes, te vas a enfrentar a esta decisión.
¿Quieres mayores rendimientos? Tendrás que asumir más riesgo en tus inversiones. ¿Quieres invertir seguro y con muy bajo riesgo? Tendrás que sacrificar rendimientos potenciales. La combinación para ti es con la que te sientas más cómoda.
Como regla general, mientras más tiempo planees dejar tu dinero invertido, mayor riesgo —y por ende, más rendimiento esperado— puedes asumir.
Incluso si eres una persona que busca maximizar ganancias, sería una pésima idea invertir en algo muy riesgoso un dinero que necesitas para pagar tu renta del próximo mes, ya que es probable que pueda bajar en un tiempo tan corto.
Por el contrario, escoger una inversión extremadamente conservadora pensando en, por ejemplo, tu retiro dentro de 30 años tampoco es algo que te convenga: pueden haber subidas y bajadas en el proceso, pero en periodos largos de tiempo los mercados suelen ir al alza y obtener rendimientos mejores que un pagaré o CETES, por decir dos ejemplos.
Recomendación: separa tu dinero dependiendo del plazo de tus objetivos
Si decides invertir tus ahorros durante uno o dos meses, busca algo de bajo riesgo y poca volatilidad. Hay fondos de corto plazo bastante buenos para esto: en Fintual ofrecemos uno que ha ganado varios premios Morningstar en su categoría.
Si tienes un poco más de tiempo para invertir, es recomendable hacerlo en algo con más riesgo. No tiene que ser mucho, pero si sabes aguantar un poco de subidas y bajadas momentáneas, puedes mejorar mucho los rendimientos esperados de tu inversión.
Por cierto, la decisión exacta de en qué cosas invertir no la tienes que hacer tú: en nuestro simulador puedes encontrar una recomendación de portafolio cada vez que creas un nuevo objetivo e indicas el plazo que quieres mantener. No es un plazo forzoso, pero sí es importante que intentes seguir el plan de inversión que escogiste para que la recomendación sea la adecuada y tengas mayores probabilidades de obtener los resultados esperados.