Era otra tarde de octubre, 6 y cacho para ser exactos. Salí del Jenga (así le decimos a la oficina de Fintual), muy contento o tan contento como se puede estar a las 6 y cacho y me frené frente al museo Tamayo para fumar un cigarro. El spot era increíble y no se veía ningún vagabundo acechando por la zona, así que bajé la guardia, prendí mi cigarro y me dispuse a disfrutar de ese pedazo de tarde.
Si tú, querido lector, sufres de amsiedat como yo y no te funciona “pensar en otra cosa” imaginarás mi emoción cuando dentro de la calma llegó a mi mente la siguiente idea:
No traes chicles
Obviamente mi primera reacción era tirar el cigarro pero ya era inútil, el sabor del tabaco rondaba por todo mi paladar, el humo por toda mi ropa y solo podía “disfrutar” mientras duraba.
Mientras eso pasaba por mi mente, llevé la mano a la bolsa de mi pantalón y PUM: $50 morlacos estaban ahí listos para ser utilizados, ¡qué felicidad!
Todo esto mientras pasaba por el museo de Antropología, justo en frente de la deidad de Tlaloc, ¿coincidencia? No lo creo. Le agradecí primero porque no estuviera lloviendo y segundo por poner esos $50 pesos en mi pantalón (obvio no los puso él, era el cambio de la lavada que le habían hecho a mi coche el día anterior), pero bueno, igual le agradecí.
Todo era risas, diversión y agradecimientos hasta que saqué mi billete de la bolsa para dárselo a quien me vendía esos deliciosos chicles sabor sandía. Y que me voy dando cuenta que no era Chema el que se dibujaba en ese papel/plástico intercambiario, era un Axolotl. Sí, en mayúsculas porque es el animal más chido de este lago (que hoy es una de las ciudades más grandes del mundo), pero por ahí de 1518, cuando en el lago de Texcoco flotaban millones de chinampas (no un aeropuerto inconcluso) y los Axolotes reinaban la zona. Todo era muy diferente, para que les cuento, mejor les dejo este link: https://tenochtitlan.thomaskole.nl/es.html
Además, por algo Cortazar le dedicó uno de sus cuentos más famosos al axolotl.
No era solo porque tenía a ese magnífico animal plasmado sino porque ese billete llega a valer hasta el doble de su valor nominal y aquí es donde se pone interesante la cosa, ¿cómo un billete se transa diferente a su valor nominal?.
El poeta urbano McDinero una vez dijo: “¡Dinero, dinero, dinero! Aprende algo dinero” y hoy tu vas a aprender algo, del dinero.
El valor del dinero cambia como el clima de esta ciudad, de un momento a otro. Calma, esto puede generar mucha ansiedad pero como todo en esta vida, depende del periodo de tiempo que se analice y el nuevo billete de $50 pesos es ejemplo claro de esto.
Cuando todos quieren algo al mismo tiempo los precios se disparan y cuando hay algo de sobra los precios bajan, así es la oferta y la demanda, una baile de salón.
Hoy, todos quieren bailar con el Ajolote y por lo mismo el valor nominal es diferente al transaccional.
Es tan fácil como un par de búsquedas en mercado libre o el market place de Facebook para ver los precios en los que se pueden llegar a vender estos billetes.
A veces llega a precios exagerados pero si has tenido uno de estos en las manos te darás cuenta que no vale lo que dice.
Ahora, no todo es para siempre. Eso pasa con las monedas cuando son nuevas (y más si tienen un diseño tan chido), la gente tiende a coleccionarlos, como tazos en primaria, pero una vez que ya el tazo está todo raspado nadie te lo quiere intercambiar, ni porque todavía se le vean los ojitos a tu Miutu.
Podría escribir un artículo completo de “¿Por qué coleccionamos lo que coleccionamos?”, pero ya hay uno que lo explica muy bien, ahora, ¿por qué el valor de los objetos cambia durante el tiempo?, la respuesta rápida es este baile de salón del que habíamos hablado y el periodo de tiempo en el que se analizan las cosas, por ejemplo: aquí en el lago de texcoco, por ahí de 1500, en el gran mercado de Tlatelocto intercambiaban con Cacao las mercancías, pero el Cacao al ser un producto orgánico tenía muchos temas para su conservación, si hoy en día con todo y refri no logras que los aguacates te duren más de una semana imagínate el tema que era conservar e intercambiar Cacao.
Bueno pues Cash Up es cómo una cámara de conservación para el Cacao, cómo Xochimilco en 1518 para los ajolotes, un espacio ideal en donde tus axolopesos están protegidos de la contaminación (inflación).
Si tan solo en 1518 hubiera existido una solución regulada e inteligente para ahorrar, todo el cacao de la gran Tenochtitlán estaría resguardado en Fintual.
Así que ya te la sabes, puedes coleccionar todos los billetes de $50 y buscar quién te paga más por ellos o ponerlos a nadar en tu Cash Up y que te paguen el 12% anual mientras tú lees Fintualist. No más acuérdate que los rendimientos actuales no prometen rendimientos futuros (cómo el Cacao).