Escogimos un jingle muy repetido para ver si lográbamos cambiar nuestro hábito de consumo por uno de ahorro.
En los 90s veíamos muchísimos comerciales en la tele. No existían demasiados canales ni demasiadas empresas. Todos veíamos lo mismo.
Es increíble lo que pasaba con la publicidad. Era capaz de inmiscuirse sigilosamente en la cultura. A fuerza de repetición lograba incluso cambiar el lenguaje. Papel Confort. Toalla Nova.
No solo el lenguaje. Si me preguntan a mí, el mejor viejo pascuero, el original, es el de la Coca-Cola. Falabella y su “Pascua Feliz para todos” , como un virus desactivado, vuelve a brotar espontáneo en mi mente cada diciembre, todavía varios años más tarde.
Nuestras mentes infantiles quedaron felizmente atrapadas en jingles y melodías sin mucho contenido, que se repetían incansablemente.
Fintual nace en esa generación. Todavía sentimos adrenalina de aprovechar las ofertas, de comprar “antes que se agote”. Está grabado en nuestras mentes.
No hay nada malo en consumir y darnos gustos. Incluso puede tener sentido pedir plata prestada para eso. Pero endeudarse con un crédito de consumo solo para "aprovechar una oferta" ya suena a mala idea.
¿Qué pasaría si intentamos un truco mental para cambiar el significado de esos jingles ?
Tal vez podamos convencernos de comprar ahorro, consumir inversión.
Quizás si repetimos con la misma alegría estos jingles retocados podemos sentir satisfacción al apartar algo de plata, invertirla y postergar un poco el consumo.
¿Y por qué imitar justamente ese?
Porque es muh weno. Y qué mejor que copiarle a una copia!
Todo empezó porque nos gustaba el comercial y su jingle pegajoso. Sentíamos nostalgia. ¿Qué lograba que fuera tan pegote el jingle? ¿Sería quizás que lo teníamos de antes en alguna parte de nuestro cerebro?.
Un día volvimos a escuchar una canción muy antigua y muy conocida de la película “Mary Poppins” de Disney: Supercalifragilisticoespialidoso
Cuando le comentamos a nuestro productor musical sobre este parecido nos dijo “No es parecida. Es la misma canción de Disney, con pequeñas variaciones”.
Pero la cadena de copiones no termina ahí.
La canción de Disney a su vez fue compuesta por los hermanos Sherman en 1964. "Unos verdaderos artistas" pensarías tú.
En 1965 demandaron a Disney. Según Gloria Parker y Barney Young “Supercalifragilisticexpialidocious” de Mary Poppins era un plagio de la canción que ellos compusieron en 1949 “Supercalafajalistickespeealadojus”. Se parece la palabra.
Finalmente Disney y los Sherman se defendieron y ganaron. ¿El argumento? Esta palabra sin sentido, sin importar quién la inventó, ya había estado dando vueltas por varios años, formando ya parte de la cultura popular.
Cultura popular: no es otra cosa que imitación.
Los humanos copiamos y hacemos variaciones de lo que experimentamos. El lenguaje, las historias, los cuadros, las películas. Todo tiene un referente. En algún punto, muy subjetivo por lo demás, cuando hay suficiente variación consideramos algo como una “obra original”. Si la variación no nos parece suficiente, lo llamamos copia. Si ya ha sido copiado muchas veces, es parte de la cultura.
Y es que copiar es parte de la naturaleza humana, esa naturaleza que heredamos de los chimpancés.
Mi segunda hija (de 2 años) llegó a tal nivel que después de que su hermana mayor accidentalmente le pegó una patada a la mesa con el dedo chico, fue corriendo voluntariamente a hacer lo mismo y tuvimos que consolar a las dos al mismo tiempo.
La copia no se condena igual en todas partes
Hay industrias que gozan (o sufren) de mucha condena contra la copia. La industria musical es conocida por eso.
Un argumento clásico que protege la propiedad intelectual de los músicos es que si no evitamos la copia nadie les pagará sus derechos y dejarán de existir. Y si dejaran de existir los músicos, el mundo pasaría a ser muy triste.
En la industria de la moda, sin embargo, la copia es una realidad que no se combate. Nadie se ofende ni demanda a nadie. Las marcas de moda se roban diseños todo el tiempo. Y es completamente legal. Se entiende que están en una carrera de velocidad.
Entonces, la gran duda que queda es ¿cuándo se considera que algo pasa a ser parte de la “cultura popular”?, ¿ganaría Nova al demandar a “Toalla nova Elite”?
Internet ha desatado una cultura de lectura/escritura que nos encanta y que el abogado Lawrence Lessig explica tan bien en su charla TED. Hoy día por fin cualquiera con acceso a un computador con internet es capaz de tomar contenido existente y crear imitaciones, evoluciones, mezclas y nuevas combinaciones, usando herramientas de edición nunca antes accesibles al público general.
Antes de perseguir a los copiones (nos han copiado mucho!), en Fintual también vamos más por celebrar la oportunidad de tomar las maravillas creadas por otros y generar variaciones, copiar y recrear. Gracias a la tecnología los humanos podemos finalmente ser creativos desde nuestras casas, consumir y crear al mismo tiempo. Compartir memes, cambiar sus frases, modificar sus fotos.
Es finalmente esa creatividad humana pura, libre para tomar lo existente, hacer, re-hacer, crear y re-crear la que permite que estas espectaculares tonteras simpáticas existan, se compartan en Internet y nos alegren el día al maravillarnos de la cultura en la que vivimos.
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