En 1983 se estrenó la película Risky Business de Tom Cruise y se escuchaba Let’s dance de David Bowie en la radio. Y ese mismo año se empezaron a vender los celulares de manera comercial. Tenían un valor cercano a los $4.000 USD, lo que hoy serían unos $10.000 USD (unos 9 millones de pesos) si lo ajustamos por inflación.
Pero además de ser caros y pesados, una de las grandes falencias que tenían los celulares era que solo funcionaban con una compañía. Tal vez te acuerdes: cuando comprabas un teléfono a través de una compañía y querías usar otro chip, no te dejaba. Tenías que desbloquearlo. Antes era todavía peor: en ese entonces tenías que cambiar de teléfono porque el enlace con la compañía era parte del hardware y no había manera de cambiarle el identificador.
Fue ese mismo año, cuando un ingeniero alemán llamado Friedhelm Hillebrand, propuso usar una tarjeta de identificación como parte de su propuesta para definir un estándar de comunicación y autenticación para los usuarios de red en Europa. Pasaron 8 años hasta que las tarjetas SIM vieron la luz. Ya para entonces, en la década de los 90, los celulares empezaron a tener tamaños más pequeños y precios cada vez más razonables, haciéndolos más y más populares. La tarjeta SIM contiene el número de teléfono, una identificación del suscriptor (de ahí su nombre, Subscriber Identity Module, por sus siglas en inglés) y un código que identifica la red.
Con el tiempo las tarjetas SIM fueron evolucionando, sumando funciones de almacenamiento y también más capacidades de conexión. Al principio solo podías hacer llamadas, luego recibir mensajes de texto y mensajes multimedia, hasta la conexión de datos que tanto usamos hoy en día.
¿Qué es la eSIM y cómo funciona?
Más de dos décadas después de la comercialización de la primera tarjeta SIM, en 2013 nace la eSIM como una alternativa a estos chips en tarjeta física. Desarrollada por una empresa alemana llamada GSMA, proponían la capacidad de cambiar de operadora (o compañía) sin la necesidad de cambiar el chip. En 2016 salió el primer celular con eSIM, un Samsung Gear S2.
Las eSIM vienen instaladas en los celulares, la “e” de su nombre significa embedded o incrustadas. Vienen a ser una alternativa a las tarjetas SIM físicas, pero hasta que su instalación no penetre en la mayoría o totalidad de los teléfonos es posible que no se vuelva muy conocida. La cantidad de dispositivos que son compatibles hoy en día es solo una pequeña fracción. Para que te hagas una idea: existen 118 modelos compatibles (incluye celulares, tablets y computadores) y en el mundo existen varios miles de modelos.
Revisa si tu celular es compatible con eSIM acá. Spoiler alert: si tienes iPhone o iPad del 2019 en adelante es muy probable que sea compatible.
¿Qué ventajas tiene la eSIM?
¿Toda esta historia era para saber que las eSIM son lo mismo que las SIM?
No exactamente. Las eSIM vienen a ser un aliado importante a la hora de salir de vacaciones fuera del país porque permiten conectarte a otras redes sin la necesidad de comprar un chip físico. Solo necesitas una app de un proveedor y hacer la configuración para que empieces a tener datos móviles.
Por ejemplo las empresas Airalo y HolaFly ofrecen planes de datos para 1 país o varios países, solo debes descargar la app, configurarla y comprar tu bolsa de datos. En tu teléfono vas a tener que poner que quieres usar la eSIM en lugar de la SIM y listo. Los precios son muy pagables además y te puede salir más barato que comprar un chip en el país de destino. Airalo empieza en $8 USD por 1 GB por 7 días, mientras que HolaFly parte en $19 USD los 5 días pero sin límite de GB, ideal si estás trabajando remoto. Lo mejor es que tienen planes que funcionan en varios países, así que tendrás aún menos problemas si visitas varios lugares.
Ojo que los costos que pongo acá solo incluyen plan de datos, no puedes hacer llamadas, para eso tienes que usar tu SIM (y roaming) de tu compañía de teléfono.
Tal vez, el día en que ya no tengamos que preocuparnos de quedarnos desconectados cuando viajamos no esté demasiado lejos.