Alguien me dijo una vez que para ser verdaderamente millonario había que tener una viña.
Tal vez esa sería la primera razón que se me viene a la cabeza cuando me preguntan por qué algunos futbolistas como Messi, Alexis Sánchez y ahora Arturo Vidal están entrando en el mundo del vino.
Pero es un decir, en realidad hay varias formas más de explicarlo.
Lo primero, es que el vino es una inversión que a largo plazo puede ser muy rentable. Para muchas personas que entran a este negocio, el vino es una forma de diversificar inversiones.
Y en el caso de figuras reconocidas a nivel mundial como Arturo, se trata también de un tema de visibilidad y marketing. Vidal, Messi y Sánchez son, además de deportistas de élite, una marca en sí mismos, así que sin duda hay un tema de publicidad.
Por último, no podríamos descartar que sea una decisión simplemente personal: les gusta el vino y su estatus económico les permite darse estos “lujos”.
Cómo entrar al mundo del vino
Existen diferentes maneras de entrar al negocio del vino, y estos tres jugadores son una buena forma de explicarlo: Arturo Vidal eligió un vino de una viña establecida –Lagar de Codegua– y puso su marca y seguramente una inversión en dinero también. La elección no es casualidad tampoco: el vino es un Cabernet Sauvignon, una cepa con más tanino, más intensidad y potencia. Se trata de un vino que podría asociarse a cómo juega Vidal o incluso cómo se muestra él hacia afuera.
Alexis en cambio eligió un modelo diferente: compró tierras, viñas y bodegas. Con todas las instalaciones para producir vino. Y se instaló tanto en Chile –en el Maule– como en Italia, donde compró una bodega en desuso para echarla a andar. Así que Alexis prefirió un modelo más completo que el de Vidal, para producir su Alma Soul –como se llamará el vino–. El caso de Messi podríamos decir que es un intermedio entre lo que hicieron Alexis y Arturo Vidal. Él colabora hace ya varios años con una bodega llamada Bianchi, en Argentina, y de esa producción sale una marca que se llama Leo, de la que salen varios vinos diferentes y que tiene fines benéficos. Y hace poco lanzó una línea de vinos más premium, italianos, y ediciones limitadas (solo se producen una cierta cantidad de botellas), lo que le da un toque coleccionable.
Tal vez parezca contraintuitivo que futbolistas o figuras del espectáculo se quieran involucrar con un producto y una industria que se suele considerar “empaquetada”. Pero por eso mismo puede ser una oportunidad para acercar a más personas a este mundo. Creo que es una oportunidad para que la industria se apalanque de estas figuras, que les pueden dar más visibilidad, y llegar a un posible consumidor que tal vez no se “atreve” a tomar ese tipo de vino, pero que al ver a sus ídolos decida arriesgarse.
Lo mismo pasará a nivel internacional: Alexis y Arturo son figuras mundialmente reconocidas, y esto le da a la industria chilena una forma más para salir a vender sus productos.
Y ojo, en Chile ya varios futbolistas habían incursionado en el mundo del vino: Marcelo Díaz, el Tucu Hernández y Elías Figueroa ya han sacado sus respectivas botellas.
El vino de Arturo Vidal
Hablemos un poco ahora del King 23, el vino que Arturo sacó en colaboración con Lagar de Codegua.
Lo primero es decir que el precio –$25.000– claramente lo posiciona como un vino premium, o que por lo menos se escapa bastante del vino de 5-7 mil pesos que muchos están acostumbrados a comprar, y que en Chile suele ser muy bueno. Tanto los bebedores ocasionales o quienes disfrutan harto del vino considerarán que el precio está por sobre lo que compran regularmente. Además, no se vende en retail: no puedes comprarlo en un supermercado, si no que hay que adquirirlo a través de la página web de Lagar de Codegua.
Pero como ya dijimos, la popularidad de su figura tal vez lleva a que gente que no consume vino se atreva a ir por una botella, aunque cueste $25.000. Puede ser en formato de regalo o como ítem de colección. O incluso de inversión: las botellas varían bastante de precio en el tiempo, por ejemplo Don Melchor salió premiado vino del año con su cosecha 2021; una botella que se compre ahora en 5 o 10 años puede valer el doble.
Tuve la suerte de conversar con Cristián Azocar, enólogo y socio de Arturo en este proyecto. Me contó que todo comenzó por un vino que sacó en conjunto con O’Higgins de Rancagua –el equipo de fútbol– y que se hizo muy amigo del Fantasma Marco Antonio Figueroa (ex jugador y DT en ese entonces de O’Higgins). Eventualmente conoció a Arturo Vidal a través del quinesiólogo de Colo Colo y las conversaciones y la amistad llevaron a este proyecto conjunto. Fue raro, dice, que en un lanzamiento de un vino estuvieran todos los medios de televisión presentes, y me comentó que “el vino es una industria bien empaquetada, y es bueno que Arturo llegue un poco a chasconearla”. Además, el mismo Vidal está aprendiendo de vinos, yendo a catas y probando, la idea es que se convierta en un embajador del vino chileno.
¿Hay alguna diferencia entre un vino de 25 mil pesos y otro de 7?
Lo primero es que el King 23 es un Cabernet Sauvignon del 2023, de la zona del Alto Cachapoal. El vino tiene un color rojo rubí, bien oscuro e intenso. Es muy frutal: cereza, ciruela, notas de algo que te recuerda al cardamomo o al chocolate tostado. Eso para los expertos, pero de sensaciones podríamos decir que cuando lo pruebas la acidez no te molesta, a pesar de ser un Cabernet Sauvignon. Eso quiere decir que está muy equilibrado, que tiene buena estructura y buen peso en la boca. Y además es bien jugoso.
¿En palabras simples? Es un vino rico, que está hecho para el gusto del chileno. Es un clásico por la cepa, pero también es más amigable, mucho más sedoso y fácil de tomar. Pero sí tiene la potencia y la estructura que lo equipara un poco a Arturo Vidal, que es el concepto que quieren mostrar. Tal vez por eso el mundo del vino es tan interesante: puedes jugar con conceptos y detalles que hacen que un vino emule a un jugador de fútbol.
Hay que decir también que las personas que toman vinos de 5 o 7 lucas, cuando prueben el King 23 lo van a encontrar más rico y sabroso, es decir más fácil de tomar. Siempre me preguntan si existe una diferencia real entre los vinos de 3, 7 o 10 mil pesos (o más, como en este caso). Yo prefiero decir que son distintos: por ejemplo el King 23 tiene más aroma y más sabor, incluso más color, lo que lo hace más complejo. Esto no quiere decir que un gran reserva de 6 mil pesos sea un mal vino, pero si un consumidor normal prueba el vino de Arturo, va a sentir pequeños detalles que marcan la diferencia, como el tiempo que el sabor dura en boca o lo “sedoso” que comentaba antes.