En Chile la gente en promedio trabaja casi nueve horas más que en Holanda, pero gana la mitad que en ese país.
Que los países se desarrollen implica, en parte, que su población sea capaz de disfrutar más de su tiempo pero siga teniendo acceso a buenos niveles de consumo e ingreso. Lo que permite que aumenten los ingresos y se reduzcan las horas de trabajo es el crecimiento de la productividad.
¿Qué es la productividad y cómo se mide?
La productividad mide la tasa a la cual los insumos son convertidos en producción. Cuando hablamos de trabajo, nos referimos a la productividad del trabajo: cuánta producción se logra por hora trabajada. Piénsalo como la cantidad de pasteles que puede hacer un panadero por hora, o la cantidad de páginas web que un desarrollador puede programar en un mes. A nivel agregado, es la cantidad de producto interno bruto (PIB) que alcanzan a producir todos los trabajadores de la economía.
Esto no es un tema de si unos sacan la vuelta y otros trabajan sin parar. Tiene que ver con los recursos que tienen los trabajadores para hacer su trabajo.
En general, en la medida que hay mejor tecnología, procesos, maquinaria e infraestructura, mayor será la capacidad de producción que tienen los trabajadores. Por ejemplo, un trabajador que opere una máquina para recolectar zanahorias podría recolectar más que varios trabajadores sin maquinaria.
Ese es precisamente el punto de invertir: aumentar la capacidad de producción. Para mí, la clave en última instancia está en lograr que la gente no viva para trabajar. Que viva cómoda y tenga tiempo de disfrutar.
La buena noticia es que, si bien hoy hay mucha disparidad de condiciones entre países, los países tienden a mejorar. Como hablamos en este otro post, en general las horas de trabajo han disminuido en cada país a lo largo de los años.