Es el primer lunes de mayo. Entraste a Instagram o Twitter y te bombardearon con fotos de celebridades, críticas y comentarios de la Met Gala.
Quizás te pasó o quizás estoy hablando en chino. Partamos de lo básico.
¿Qué es la Met Gala?
Es un evento que, desde fines de los años 40, tiene por objetivo recaudar fondos para el Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte (MET) en Nueva York, con una exposición que inicia la semana después de la gala y se mantiene hasta finales de septiembre.
Lo anterior es la explicación bonita. Lo que realmente es: un exclusivo evento que reúne todos los primeros lunes de mayo a cientos de superestrellas en un mismo lugar en torno a la moda y una temática central.
La de 2022 fue «En Estados Unidos: una antología de la moda» y el código de vestimenta fue Guilded Glamour (glamour de la edad dorada de Estados Unidos).
Para que te hagas una idea de los temas, otra edición —una de mis favoritas— fue «Cuerpos celestiales: la moda y el imaginario católico», en 2018.
Sorprendentemente, es muy exclusiva. Es presidida y organizada por la legendaria Anna Wintour (la editora jefa de Vogue USA) desde 1995, quien elige con pinza a los invitados al evento. Y su secretismo lo hace más exclusivo aún: no se permite tomar fotos dentro del evento.
Quienes no formen parte de la lista de invitados pueden asistir por 30.000 dólares la entrada o irse por una mesa completa (por un precio aproximado de 275.000 dólares). Dicen, en todo caso, que Anna Wintour tiene la palabra final, aunque hayan pagado.
Igual no todas las estrellas desembolsan desinteresadamente por este evento benéfico. De hecho, los más top no lo hacen. Los invitan las marcas.
La Met Gala del 2022 ganó un récord de 17,4 millones de dólares.
Por qué nos debería importar este evento de millonarios
Una pregunta intrigante. De hecho, la interrogante la partió Florencia de Fintualist (quizás la has visto por alguna parte)
La mayoría de las respuestas apuntaban a ver famosos usando ropa extravagante (entre medio también se mencionó la Gala del Festival de Viña del Mar).
Una de las respuestas que causó más risa fue “me gusta ver millonarios humillándose de forma pública por fama. Esto incluye Óscar y todas las premiaciones gigantes”.
La misma persona se rectificó y luego dijo “me gusta pelar millonarios con vestidos feos echá en mi cama”.
Bingo.
Me acordé de este TikTok que hice para compartir con mis amigos viendo la alfombra roja de los Premios Óscar.
Traté de buscar alguna explicación más científica, algo más duro que respalde este fanatismo. Lo único que encontré fue un artículo gringo que habló con algunos “expertos” sobre el fenómeno de ver premios en la tele (como los Óscar).
Una de las respuestas me llamó la atención porque me hizo harto sentido: estos eventos nos dan una oportunidad de relacionarnos con nuestros amigos. De vincularnos en torno a un tema en común, de juzgar sin ser criticados por hacerlo y de paso también nos dan de qué hablar en el trabajo (y reemplazar la vieja confiable de hacer small talk del clima, creo yo).
Quizás la explicación es tan simple como esa: nos encanta juzgar. Mejor aún si lo hacemos desde la comodidad de nuestro sillón.