Hay cómics que te toca leer de manera anacrónica. No te queda otra, porque simplemente son muy antiguos. Me pasó con Mafalda –mi historieta favorita–, donde las referencias a los sucesos políticos de los sesentas me quedaban un poco lejos; con otros como Asterix y Obelix no tanto, porque Roma nos queda lejos a todos. Pero si había uno que parecía una clase de historia del colegio –aunque mucho más entretenida– eran Las aventuras de Tintín.
Imagínate que el primer tomo de Tintín se llamaba Tintin in the Land of the Soviets. Y el título nos revela dónde era publicado semanalmente, el periódico belga Le Petit Vingtiéme.
Claro que ese primer ejemplar no llegó a mis manos hasta que fui bastante más adulto. El primero que leí fue uno mucho más nuevo: Tintín en el Tibet.
Así que me acerqué a Tintín por un lado poco usual: no habían villanos ni aventuras tan espectaculares, en cambio se notaba un estilo más introvertido en la desesperación de Tintín por encontrar a su amigo perdido Chang, que volaba en un avión que se estrelló en los Himalayas.
Y claro, Tintín puede parecernos hoy como una clase de historia más didáctica, pero en su tiempo habló sobre la época que le tocó vivir. Era un comentario de actualidad. Para hacerlo, Hergé se sirvió de su reportero y aventurero belga Tintín, secundado por su fiel perro Milú. Además del temerario y cínico capitán Haddock, al inteligente pero sordo profesor Tornasol (en francés: Professeur Tournesol y en inglés Calculus), los detectives inútiles Thomson y Thompson (en francés: Dupont et Dupond) y la diva de ópera Bianca Castafiore.
Y como te contaba: Tintín hablaba de una época compleja, que también le tocó vivir. En 1940 los nazis invadieron Bélgica. Hergé alcanzó a escapar a Francia, aunque más tarde sintió que tenía un deber con su país y volvió a vivir bajo el dominio alemán, que habían cerrado el diario donde se publicaba Tintín. Eventualmente Hergé consiguió trabajo ilustrando una sección para niños en Le Soir, y más tarde reviviría a Tintín, aunque sin la sátira y los comentarios políticos, a riesgo de que la Gestapo lo arrestara.
Como dicen los fans: ahí Tintín pasó de reportero a aventurero.
Con el final de la guerra Hergé consiguió trabajo full-time dibujando a Tintín. Aunque tal vez demasiado full-time: lo obligaban a entregar dos páginas a todo color a la semana, lo que le parecía demasiado. Así que para 1950 fundó su propio estudio: Studios Hergé.
Hergé, ni tonto ni perezoso, se llevó a un par de dibujantes que sabían imitar su estilo y a otros tantos que hacían trabajos específicos como la investigación o los dibujos realistas. Produjeron 8 álbumes más e incluso armaron algunos remakes de las versiones más antiguas.
Hace tiempo que no tomaba uno de mis Tintín. Y la verdad es que la línea fina de los dibujos de Hergé sigue causándome la misma impresión, igual que la precisión de algunos eventos históricos mezclados con espionaje, aventura y política. A pesar de lo que muchos dicen, me parece que se lee cada día mejor.
Y bueno, no podía ser de otra manera con una historieta que nos dejó el mejor meme para reflejar una semana laboral:
Para esta semana, intentamos que la IA imitara un poco el estilo de Hergé pero también que nos mostrara situaciones un poco tintinezcas. Reuniones secretas, apuros en la noche, y el capitán disfrutando de su merecida jubilación: ya no todos los días son miércoles.