En una cultura popular en la que el edadismo (discriminar a alguien por su edad) erradica a los adultos mayores como protagonistas en la pantalla, se agradece cuando nos centramos en sus perspectivas. Así que celebramos un programa que logra hacerlo y posicionarse como algo visto y aplaudido. Y si está basado en algo chileno, mucho mejor.
¿Pero cómo llegó a existir Un hombre infiltrado? ¿Cómo es que el documental chileno nominado al Oscar de la directora Maite Alberdi logra tener otra vida como comedia de streaming?
Un grande de Hollywood ve un documental en pandemia y llama a Maite Alberdi
Es difícil pensar en ejemplos de documentales que se conviertan en series. Menos en documentales chilenos que se adapten a comedias de streaming. Y es más raro todavía que tengan a la crítica de su lado y –si confiamos en las métricas de Netflix– que logre estar entre los programas más vistos de la última semana.
Todo empezó cuando Michael Schur vio una película durante la pandemia. El guionista y productor es un peso pesado de la industria en Hollywood, habiendo creado o co-creado series tan conocidas como Parks and Recreation, The good place y Brooklyn Nine-Nine. Antes de eso había trabajado en The Office y Saturday Night Live, y actualmente también es productor ejecutivo de Hacks.
Y uno podría pensar que el equipo chileno peleó contra viento y marea para llevar su producto a nuevos mercados, pero según lo que cuentan la idea vino de él y sus socios. Schur vio El agente topo durante la pandemia, cuando el documental hizo ruido en Estados Unidos tras ser nominado al Óscar, y pensó en convertirlo en serie con el protagonista de The good place, Ted Danson. Su socio le dio la idea y él respondió en un mail: hagámoslo. Y así fue.
Schur dijo que El agente topo “es una pieza de arte muy especial, y cualquier cosa que cambiáramos o alteráramos, tendría que mantener el sentimiento del documental”. Contactaron a Alberdi, que entendió que “su objetivo era ser respetuosos y trabajar en el mismo tono, con los mismos temas que nosotros” y se convertiría en productora ejecutiva de este proyecto.
Y Michael Schur parecía ser el hombre correcto: había demostrado con sus éxitos anteriores hacer un tipo de contenido accesible para todo público que fuese sensible y tratara a sus personajes con cariño y cuidado.
Pero, ¿cómo lo iban a hacer? La tarea era expandir una película a una serie de 8 capítulos de media hora, adaptarla al contexto gringo, meterle más comedia y personajes, además de la posibilidad de potencialmente seguir por más temporadas.
Y lo más importante: ¿se podría reemplazar al icónico Sergio Chamy, que se volvió una de las personas favoritas de Chile en los últimos años?
Mantener lo que funciona y agregar elementos nuevos
Un Hombre Infiltrado sigue a Charles (Danson), un viudo jubilado que lleva una vida monótona en San Francisco después de la muerte de su esposa. Su hija está preocupada por él y lo anima a encontrar pasatiempos o proyectos que llenen sus días. Y Charles lo encuentra en el diario, respondiendo un anuncio de trabajo de quien termina siendo una detective privada.
La tarea que se le asigna es infiltrarse en un geriátrico, al igual que en el documental, pero esta vez para resolver el caso de la desaparición de un collar costoso. Charles entra a la exclusiva comunidad de retiro para resolver el misterio y, aunque está decidido a resolver el misterio, su falta de experiencia lo lleva a varios contratiempos. Además, a medida que Charles se acerca a algunos de los residentes, le resulta más difícil mantener la objetividad, complicando aún más la investigación.
Obviamente, descubre cosas dentro que van más allá de lo que esperaba. Incluyendo mucho sobre sí mismo en la etapa de vida en que se encuentra.
El equipo optó por tomar decisiones narrativas que cambian un poco la historia, aunque la base es prácticamente la misma. La mayor desviación sería el rol de la hija, que en el documental aparece solo de forma breve al principio. Aquí tiene nombre y familia, es un personaje activo que moviliza a su padre cuando lo ve preocupado. Esto también ayuda a ahondar más en el backstory del protagonista, quien está en un duelo no asumido por la muerte de su esposa y no sabe qué hacer con su soledad ahora que pareciera tener todo el tiempo del mundo.
También se ha robustecido el caso. Si bien en el documental original a la detective se le contrataba por una sospecha de que una anciana estuviese siendo maltratada dentro, en la comedia esto se ha sanitizado. Se perdió un collar. Pero, al tratarse de una serie, esto esconde más giros detrás, y más objetos se empiezan a perder a medida que Charles se va adentrando en su investigación.
En el documental, lo detectivesco era más bien una excusa impuesta para entrar en este mundo y que se nos revelaran sus personajes y las dinámicas entre ellos. Aquí, el misterio articula la serie, aunque lo relevante sigue siendo el arco de Charles, que al igual que Sergio Chamy se gana el corazón de varias residentes, pero se profundiza en él al dársele una herida más concreta.
Charles es, como la mayoría de los hombres de esa generación, un hombre cerrado que no sabe acceder a sus sentimientos. Y Un hombre infiltrado explora ese fenómeno, algo que las comedias de hoy tratan como un chiste o crítica fácil a la masculinidad de otra época.
Aquí hay respeto por sus sentimientos y esa, la fórmula de Schur, es quizás la razón más importante para justificar esta adaptación. El documental de Alberdi también era liviano y tierno, pero Un hombre infiltrado es aún más accesible y busca llevar el mismo mensaje a más gente.
Como sus creadores planearon, terminan siendo productos distintos, pero con la misma fórmula: una premisa divertida con un protagonista entrañable te invitan a conocer un mundo que te entretiene y, antes de que te des cuenta, te conmueve con una mirada a una realidad que los medios simplemente prefieren ignorar la mayoría del tiempo.
¿Segunda temporada?
Netflix aún no ha confirmado si el proyecto continuará, pero la buena recepción del público y la crítica, además de su posición en el ranking global de la plataforma hacen pensar que una nueva temporada es posible.
Nota de riesgo: adaptar un documental no es la receta para el éxito, pero hacerlo en la forma de una comedia accesible de Netflix es la forma más conservadora de hacerlo.