Podemos hablar de Hija de Perra como travesti, perfomer o ícono queer, pero ella hubiese rechazado todo esto. Las categorías son efímeras, decía, y prefería definirse como un monstruo que rechaza el binarismo de género. Lo que es indiscutible es que no había límite que no quisiera transgredir y que dejó un legado que tocó a muchos. Después de su muerte, a esa trayectoria se añade un nuevo documental, estrenado la semana pasada. La película es firmada por su amigo cercano Wincy Oyarce y titulada, apropiadamente, Tan inmunda y tan feliz.
Un documental para una amiga
Sin hacer un repaso biográfico, Wincy muestra registros de performances y fiestas under santiaguinas en las que Hija fue de a poco consolidando su personaje. Hay grabaciones de actuaciones y bailes, pero el director era tan cercano a ella y tenía tanto acceso que el documental termina siendo mucho más íntimo.
Así, lo que vemos son ensayos, conversaciones entre amigues y testimonios que muestran a la artista más allá de lo que dejaba ver en escenarios. Pero el personaje no la dejaba. La particular manera de hablar, el travestismo y el humor irreverente eran parte de ella. Su personalidad era tan grande y tan definida que nunca fue tapada. Y Oyarce muestra eso, transmite ese sentimiento de profunda admiración hacia su amiga.
Wincy Oyarce, el director de Cine B que se hizo conocido con la película Empaná de pino, también con Hija, aquí interviene opinando y recordando, revisitando registros y hablando en segunda persona. Quiere rememorar esos años que estuvieron juntos, lo bien que lo pasaron y hacerle honor a su nombre. Y todo eso se transmite en Tan inmunda y tan feliz, que tiene tanto de sórdido e irreverente como de tierno. Es una carta de amor a una amiga que ya no está.
Hija de Perra te desafía a ser grande
Hija de Perra nació en la periferia, donde abundaba la prostitución y el crimen. En vez de renegar de todo ello, se encantó con la estética e hizo de la decadencia su discurso contestatario. El documental la muestra como alguien con el rango suficiente para hacer shows sadomasoquistas en antros turbios y para dar una charla en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile hablando de su condición de monstruo travesti invisibilizado. Ambas instancias las ocupa sin contradecirse ni perder el humor y la fuerza que caracterizan a su personaje.
Oyarce la muestra en su faceta más inspiradora. Alguien que conoce perfectamente el lugar que ocupa y el mundo en el que está inserta, que lucha por los derechos de su colectivo mientras se vanagloria con ordinarieces baratas. Y si sueno muy entusiasmado, es porque eso es lo que provoca ver a alguien tan desenvuelta y cómoda viviendo bajo sus propias reglas.
El impacto de Hija de Perra fue ser ella misma, lo más fuerte posible y este documental la recuerda de esa manera mientras inspira a otros a hacer lo mismo.
En las palabras de la mismísima:
La vida es algo muy placentero, hay que aprovecharla y dejar atrás todos los límites que no nos dejan vivir en paz y nos amortillan para estar en un constante sufrimiento. No arrastres ese tarro, diviértete, pásalo bien, haz lo que quieras y sé grande.
Nota de riesgo: algunas imágenes pueden no ser precisamente amigables para toda la familia, pero el mensaje y la intención son lo suficientemente transversales como para gustarle a mucha gente. La nota de riesgo es Moderada.