Algunos dicen que todo comenzó en 2013, cuando el Moderna Museet, un museo en Estocolmo, abrió sus puertas para la exposición Hilma af Klint—Pionera de la abstracción. Dicen las crónicas que los asistentes típicos estaban todos ahí: gente del mundo del arte, jubilados que disfrutaban pensiones paseando por nuevas exposiciones, estudiantes que se saltaban clases y cierta porción del mundo intelectual. Pero además, cada par de horas, se aparecían personajes más estrafalarios. En palabras de uno de los trabajadores del museo: "Bailarines con trajes diáfanos, psíquicos y hasta un finlandés que fue todos los días durante semanas, se quedaba hasta el cierre y no hablaba con nadie."
Para entender quién era esta pintora que atraía un séquito tan variado y de quien se decía había incursionado en la pintura abstracta incluso antes que Kandinsky –a quien se suele considerar el padre de la abstracción– hay que remontarnos a 1862.
Hilma era la cuarta hija del Comandante Viktor af Klint, que tenía una estancia en la idílica isla de Adelsö, en mitad del Lago Mälaren. Te dejo una imagen solo para que te hagas una idea de dónde creció Hilma.

Cuando la familia se mudó a Estocolmo, Hilma –que ya mostraba aptitudes para la pintura pero también para las matemáticas y la botánica– entró a estudiar retratismo y paisajismo. De aquellos años datan sus primeras pinturas, por ejemplo este paisaje.

Un paisaje sueco común y corriente... las pinturas abstractas que exhibieron 125 años después en Estocolmo parecen tan lejanas. Para entender la transición, hay que ir a 1880, cuando la hermana pequeña de Hilma, Hermina, murió. Nuestra pintora se acercó entonces al mundo del espiritismo, que en el cambio de siglo estaba muy de moda en Suecia. Hilma estudió la filosofía de Rosencreutz y la Teosofía de Blavatsky. Incluso en 1908 conocería a Rudolph Steiner, padre de la Antroposofía.
Y sus investigaciones e intereses religiosos se plasmarían en su pintura. Tal vez, para entender cómo af Klint pasó de aquellos paisajes bucólicos y clásicos a las pinturas que la harían famosa 100 años después, hay que considerar que el modernismo se estaba tomando el arte por asalto, y buscar nuevas formas artísticas de plasmar ideas y sensaciones estaban más permitidas. También, habría que considerar que sus dibujos, ilustraciones y pinturas abstractas no eran parte de un "programa" artístico para revolucionar el arte, sino más bien una manifestación de su fervor religioso. Tal vez –y creo que es lo más lógico– es una mezcla de ambas hipótesis: el contexto le permitió innovar y su biografía personal la empujaba a pintar de una manera totalmente nueva.
Hilma pertenecía a un grupo llamado "Las Cinco": 5 mujeres que compartían inclinaciones espirituales y que se juntaban periódicamente. Allí Hilma experimentaría con nuevas formas e ideas pictóricas. Por ejemplo, desarrollaría todo un sistema de dibujo automático, en el que intentaba plasmas a través de metáforas geométricas los mensajes que recibía de los Altos Maestros.
De ahí que su pintura abstracta sea tan llamativa y simbólica, pero también explica por qué mantuvo sus pinturas de este estilo dentro de la intimidad de su grupo religioso. Por ejemplo, esta pintura, nunca llegó a mostrarse dentro de su vida:

Para ponerlo en perspectiva: en 1906 (4 años antes que Kandinsky), af Klint había pintado, a sus 44 años, su primera serie de pinturas abstractas.
Si bien algunas pinturas se pudieron ver en aquella época en algunos templos espiritistas, la mayoría pasó totalmente desapercibida. Klint, que nunca se casó ni se le conocieron relaciones románticas, dejó todas sus pinturas en herencia a su sobrino Erik af Klint. Y la instrucción era precisa: no se pueden abrir los cofres en los que están guardadas hasta 20 años después de la muerte de la autora.
En 1960, cuando abrieron el cofre, nadie se esperaba encontrar semejante legado artístico. Incluso en 1970, Erik ofreció toda la colección al Moderna Museet, que la rechazó. Solo en 1980, gracias al trabajo de algunos críticos de arte, su obra adquirió notoriedad.









Volvamos entonces a la exhibición del 2013, que la hizo tan famosa que al poco tiempo el servicio postal sueco emitió sellos con imágenes de sus pinturas. Posters de su obra empezaron a sustituir a las estatuas decorativas de Buda como decoración de interiores en los anuncios inmobiliarios de Estocolmo e incluso Ikea hizo una reinterpretación de sus obras.
Su canonización final en el mundo del arte llegaría en 2018, cuando el Guggenheim prestó sus murallas para que las pinturas que Hilma creía eran demasiado modernas para su época, encontraran su lugar en la historia del arte.
