Cristóbal Henríquez es el mejor ajedrecista de Chile, con tan solo 25 años. Ese jueves nos venía a ver a la oficina, la idea era jugar partidas simultáneas con varios jugadores.
Por mi lado, no juego realmente ajedrez. Conozco los movimientos, pero desde hace muchísimos años (¿un par de décadas quizás?) que no jugaba una partida completa. Pero mi hija de 9 años está aprendiendo ajedrez en el colegio, por lo que decidí llevarla a ver a Cristóbal jugar. Encontré buena idea que viera a un profesional del ajedrez jugar simultáneas, uno no ve todos los días a un campeón nacional jugar frente a uno, ni mucho menos tener la oportunidad de jugar con él.
Cristóbal es un tipo muy buena onda. Se presentó, explicó las reglas generales de las partidas simultáneas, agradeció el apoyo y se puso a jugar.
Y luego de unos minutos les ganó a todos.
Al equipo conformado por mi hija y yo nos derrotó con un sorprendente jaque mate, e inmediatamente se puso a explicarnos que en la jugada pasada “debería haber defendido de otra manera, mira así”, tomando las piezas y repitiendo la que debería haber sido mi jugada. Con eso, me explicaba, la partida podría haber seguido sin problemas. En cualquier caso, la derrota fue contundente.
Después de que terminara, pasé a despedirme de él y darle las gracias por la visita. Y a felicitarlo por todo lo hecho. De paso, firmó una dedicatoria en un tablero para mi hija.
Mi hija se fue feliz con la experiencia y con el regalo. También yo lo pasé súper bien, me entretuve bastante más de lo que pensaba. Y eso lo vi en todos los que participaron esa tarde, todos se veían alegres por la experiencia.
Minutos después, camino a hacer mis cosas, me quedé pensando que lo que más me sorprendió fue la combinación de buena onda, humildad, profesionalismo y pasión por lo que hace de parte de Cristóbal. Quería que algo de eso viera mi hija y creo que se fue con una muy buena muestra de aquello.
Y a mí me recordó lo importante que es hacer las cosas de esa forma.