Quizás ya has visto en tu feed de Instagram o TikTok alguna de las tendencias math: girl math, gym bro math o dog math. Videos en donde se ríen de los malos hábitos de finanzas personales, justificándose en las características personales de quien los tiene.
Por si nunca te has topado con uno de estos videos, te dejo una muestra👇
Razonamientos no tan razonables de Girl Math
En estos videos se muestran varios sesgos cognitivos para justificar compras lujosas o innecesarias. Y se basan en un área que une la psicología con la economía, llamada economía conductual (o behavioral economics).
¿Cuáles son esos sesgos? En un día tomamos un montón de decisiones; en este mismo instante estás pensando si seguir leyendo o seguir dando vueltas en internet. Para el cerebro es muy agotador pensar cada una de esas decisiones, por lo que intenta tomar atajos cada vez que puede. En tu caso, quizás me has leído hasta acá porque ya has leído el Fintualist antes y sabes que el contenido es fácil de leer y te deja alguna enseñanza. Pero a veces estos atajos nos llevan a tomar decisiones incorrectas una y otra vez; cuando eso pasa, decimos que estamos cayendo en un sesgo cognitivo. Y así como nos pueden afectar en una gran variedad de ámbitos de la vida, uno importante es que los sesgos cognitivos afectan nuestras decisiones financieras.
Si ya viste alguno de los videos de girlmath, probablemente pensarás que la mayoría de los argumentos son simplemente estupideces. Pero en realidad citan varios sesgos cognitivos. Es lenguaje económico en tendencias de TikTok, nunca habíamos sido tan cool 🤟🏻
Costo hundido
🙅🏻♀️ Si compro algo y lo regreso en la tienda, me están regalando plata. Puedo comprar algo nuevo y no estaré gastando plata propio
Un costo hundido es plata que se gastó en el pasado y que no se puede recuperar; como no se puede recuperar, no debiese afectar las decisiones en el presente. Por ejemplo: vas a ver una película al cine y a la mitad te das cuenta que no te gusta nada (y probablemente la segunda mitad te guste igual de poco que lo que ya viste); cuánto costó la entrada no debería influir en si te quedas a ver la segunda mitad o no porque, independiente de tu decisión, no vas a recuperar esa plata. Solo deberías elegir en base a dónde vas a pasar un mejor momento en el rato que te queda de película (ahí en la sala o paseando en otro lado).
A diferencia del caso del cine, en la frase de ✨matemática de chicas ✨se está considerando erróneamente que la plata inicial del producto que devolviste es un costo hundido y por eso cualquier compra con esa plata recuperada es un regalo. Pero infarto económico: por supuesto que no lo es, de hecho te la están devolviendo. Es plata que tenías en el pasado y que ahora podrías destinar a cualquier otra cosa, como ahorrarla.
Contabilidad mental
🙍🏾♀️Todo lo que se paga en efectivo, es básicamente gratis
En nuestra cabeza, asignamos plata a distintos compartimientos mentales o presupuestos. Por ejemplo, tienes muchas ganas de tomarte un café que cuesta 3 lucas. Hay 2 escenarios: en el primero pierdes 3 lucas en la calle, y en el segundo te compras el café, pero se te cae antes de empezar a tomártelo. ¿Qué harías? Probablemente en el primer escenario te compras el café igual, mientras que en el segundo no lo harías. En ambos casos, el monto de pérdida es exactamente el mismo, pero en tu cabeza el monto está catalogado de forma distinta en cada escenario. En el primero se te perdió plata no más, que aún no estaba asignada a algo específico, mientras que en el segundo ya agotaste tu presupuesto para el café.
Lo mismo pasa con las formas de pago. ¿Te ha pasado que te resulta mucho más fácil gastar el efectivo que tienes en la billetera, que comprar con tarjeta? Comprar con efectivo duele menos, porque “no está saliendo de tu cuenta”: es plata que ya tenías un poco olvidada. Lo mismo que comprar con tarjetas prepagadas o excedentes de la Isapre; se siente como plata que ya habías gastado, y no como un gasto que estés haciendo al momento en que efectivamente compras. Por eso girl math siente que comprar en efectivo es ganar cosas gratis. Si tienes alguna tarjeta de prepago como la de Starbucks, ¡haz la prueba! probablemente has gastado más en la tienda desde que la tienes.
Lo mismo puede pasar con el tiempo: espaciar compras para sentir que se gastó menos, aunque el monto sea exactamente igual, es el mismo principio de contabilidad mental, donde clasificas la plata según te conviene, para justificar el gasto.
Anclaje
🙋🏼♀️ Si compro un vestido con $10.000 de descuento, puedo usar esos $10.000 para comprar cualquier otra cosa porque es plata regalada.
Una práctica bien común en el mundo del marketing es que, si un producto tiene descuento, debes recordarle al consumidor exactamente de cuánto es ese descuento y anclar el precio “real” (normal, sin descuento) en su mente. Con eso, dividimos el precio en dos componentes, y las girls asumen que el descuento es como plata regalada: no actualizan el precio del producto en su mente, solo asumen que tienen plata extra disponible para gastar en cualquier otra cosa.
De hecho, los consumidores somos tan buenos anclando los precios en nuestras mentes que es mejor poner descuentos que bajar el precio de un producto, aunque el monto final de venta sea exactamente el mismo. Solo saber que estamos ganando plata, hace que seamos más propensos a comprar.
Sesgo del presente
🙆🏽♀️ Si me compro una cartera que cuesta $500.000 y la uso todos los días durante un año, en realidad estoy gastando menos de $1.400 por uso. Mucho menos de lo que cuesta un café.
Probablemente, el más usado y recordado en esta tendencia: dividir el precio de productos de lujo (caros) en términos diarios o “por usos” para sentir que se está gastando menos. O que, incluso, es una ganga.
El tema es que el resto de nuestros gastos no los estamos dividiendo por cantidad de usos o días. Si lo hiciéramos, podríamos efectivamente comparar esos $1.400 diarios por la cartera con los $500 diarios del plan de celular (que sin duda es más necesario).
Girlhood
Esta no es la única tendencia girly del año. Hace unos meses se viralizó el #girldinner: doritos con vino, pan y Coca Cola. Fotos de comidas reales que se preparan las mujeres cuando están solas. Muchas lo interpretaron como una liberación: no siempre comemos sano y equilibrado, y podemos comer las mismas tonteras que normalmente asumimos que comen los hombres cuando están solos. Otras, como una oportunidad tóxica para mostrar porciones pequeñas, insuficientes y una nueva exigencia sobre “qué deberías estar cenando”; el espíritu se desvirtuó un poco y se subieron hasta platos con hielo bajo el tag.
Durante la pandemia se viralizó el #thatgirl. Rutinas de autocuidado intensas, que parten con un agua tibia y limón a las 5am, journaling, deporte, comida sana y aseo profundo. Puras buenas costumbres que, si se convierten en una exigencia diaria, pueden llegar a abrumar y llenar de culpabilidad por no lograrlas a la perfección. O el más actual #lazygirljob, trabajos poco estresantes, remotos y con un buen sueldo, que honestamente no sé dónde los están encontrando.
El problema que varias mujeres han detectado en estas tendencias es que refuerza estereotipos que se sienten un poco antiguos: las mujeres comen solo cierto tipo de alimentos, tienen que ser perfectas en cada aspecto de sus vidas, no tienen ambición laboral y gastan en tonteras.
Más aún si es que nos fijamos que todas las girls de los videos, son en realidad mujeres adultas. ¿Por qué mantener la palabra girl en vez de derechamente hablar de mujeres “que hacen cosas”? Hay varias teorías en internet: algunas hablan de que son comportamientos en los que nos permitimos volver a la niñez, cuando no teníamos tantas presiones ni responsabilidades; otras de que simplemente es una palabra más clickbait. Otras dicen que es solo un apodo usado entre mujeres y es una muestra de afecto; si un hombre lo usa hacia una mujer la está denigrando.
En particular con las girlmaths, muchas de las reglas son ridículas y exageradas a propósito. Nadie realmente cree que el efectivo no cuenta como gasto. Y dividir el precio de una cartera en 365 días es simplemente una justificación para comprar algo que igual te ibas a comprar.
Entonces… ¿qué hago?
Puedes justificar tus gastos con estas u otras razones. Al final, si quieres gastar en algo que sabes que no necesitas o que no es la mejor decisión financiera, lo harás igual con la razón que sea. El tema es no engañarse.
Pero puedes darle vuelta a la tendencia y, por ejemplo, en vez de creer que el efectivo es plata “gratis”, cada vez que tengas billetes o monedas, ahorrarlos. O mejor, invertirlos en algo que tenga algún rendimiento. O ya que vas a “resetear” tu cuenta de gastos cada día, todos los días ahorrar un poco de plata, en vez de apartar un monto enorme a fin de mes.
¿Cuál sería una aún mejor decisión financiera? Tener un presupuesto claro: cuánto tienes disponible cada mes para gastos innecesarios, sabiendo que te alcanza para ahorrar o invertir, y cubrir todos tus gastos fijos. Acá te dejo cuatro tips para manejar tus finanzas personales.
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