Ricardo de Tezanos, Presidente de BancoEstado, dio una entrevista de dos páginas el domingo pasado en El Mercurio. Tocó varios temas relacionados a la bancarización de los chilenos, poder lograr en tres años una cuenta RUT costo cero, su continuidad en el cargo, etc., pero hubo uno que me llamó mucho la atención y que de hecho venía destacado en la portada del diario:
5.768 millones de dólares están quietos en las cuentas corrientes o cuentas vistas de miles de chilenos en BancoEstado. Y ojo, estamos hablando de sólo un banco.
Para ponerlo en perspectiva, construir la línea 7 del Metro va a costar aproximadamente 2.800 millones de dólares. Remodelar el estadio Ester Roa donde juega la Universidad de Concepción costó 41 millones de dólares. El último avión de Boeing, el 787-9, cuesta más o menos unos 290. Me costó buscar algo para empatar el valor, pero un portaaviones de última generación de Estados Unidos vale más o menos de 6 mil millones de dólares. No voy a dar más ejemplos, pero quería mostrar que es mucha mucha plata.
Revisando algunas cifras del Banco Central que salieron el año pasado, vi que la suma de plata (billetes y monedas) y saldos en cuentas corrientes pasó de aproximadamente $37.000 millones de dólares en promedio el 2019 a $76.000 millones de dólares a octubre del 2021. Es decir, los chilenos más que duplicaron el dinero en cuentas corrientes o efectivo. Me perdonan lo negativo en este punto, pero creo que la parte medio vacía del vaso es más grave. Podrá tener algo de positivo que las personas tengan más plata, pero que esté en cuentas sin una rentabilidad asociada que permita compensar la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación, es una pésima noticia.
¿Cuál es el problema de que esa plata esté “quieta” en las cuentas?
La inflación es a la plata como el óxido a las casas a orillas del mar; te va comiendo poco a poco, salvo que le pongas una solución que impida que avance. En este caso, invertirla en alguna parte.
La memoria histórica muestra que los hogares tenían una mayor consciencia de estos riesgos en el pasado. A principios de los noventa, cuando las bebidas se tomaban casi únicamente en los cumpleaños y la inflación todavía oscilaba en torno al 20% anual, era impensable dejar dinero desinvertido por mucho tiempo. Las clásicas libretas de ahorro, la inversión en depósitos, la compra de inmuebles e incluso la inversión en acciones ayudaban a las personas a mantener y aumentar el poder adquisitivo de sus ahorros.
Lamentablemente, los datos actuales muestran muy bajos niveles de ahorro voluntario; la Encuesta Anual de Ahorro realizada por Mutual de Seguros de Chile el 2018 señaló que un 42% de la población dice no hacerlo.
Volviendo al número inicial, los 5.768 millones de dólares que están estancados y perdiendo valor, es llamativo que nadie alce la voz y se preocupe por un tema tan relevante. Nos hace reforzar la importancia de la educación financiera y tratar de llegar cada día a más personas y que entiendan que hoy la tecnología y nuevas plataformas permiten cosas que la banca e industria tradicional no.
Por suerte, hoy existen más opciones para invertir más baratas, transparentes y que permiten diversificar con diferentes niveles de riesgo y horizontes de inversión, y lo mejor: a un par de clics. Así que las filas en el banco, papeleos lateros y correos no respondidos por ejecutivos dejaron de ser excusa para sacarle rendimiento a esa plata y protegerla de las fauces de la inflación.
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