En Estados Unidos las ventas de vinilo llevan 17 años consecutivos al alza. Sí, leíste bien, un mercado que a todas luces parecía obsoleto no para de crecer. Esto me recordó que, en esta era donde lo digital es la norma, todavía hay un espacio para lo analógico, lo físico. Por eso, quisimos hacer una versión impresa del Fintualist.
Digital versus analógico
Como un caballo de carreras desbocado, hace algunos años parecía que lo digital se llevaba puesto cualquier cosa analógica, y que no habría nada que se salvara.
Por ejemplo, siempre me llamó la atención la supuesta “muerte del libro”. Con la llegada del Kindle y otros formatos parecidos, varios se pusieron a vaticinar a lo loco que los días dorados de una de las tecnologías más preponderantes de la historia había llegado a su fin: se venía el libro digital y su contraparte impresa estaba pa’ la foto.
Famosas son las frases del novelista Robert Coover, que en el año 92 profetizó en el New York Times que el libro estaba “muerto como Dios”, y que teníamos que prepararnos para el advenimiento del hipertexto, que dejaría en el olvido las novelas convencionales.
Se pasó tres pueblos: el libro impreso sigue sanito y las novelas convencionales se venden como pan caliente hasta en los aeropuertos.
El retorno de lo analógico
Algunos creen que es una moda hipster. Sacar fotos con cámaras análogas y luego revelarlas en un cuarto oscuro, encontrar tu próxima lectura en librerías de viejo y escuchar música en vinilos. Puede ser, pero personalmente creo que hay algo más detrás.
Primero, una idea un poco contraintuitiva: las tecnologías más antiguas son las que más chances tienen de seguir sobreviviendo en el tiempo. Piensa en la rueda o los cubiertos. Lo mismo el libro físico, una forma de traspasar conocimiento que tiene más de 5,000 años.
Ahora piensa en el Minidisc. ¿El qué? Esa tecnología que se suponía iba a reemplazar al CD (otro que duró pocazo) y que al final no ocupó nadie. El iPod duró 20 años, menos que los cassettes.
Segundo, está lo aurático. Esa cualidad que tienen las cosas analógicas de parecer únicas, de sentirse a través del tacto e incluso del olfato (idea millonaria: perfume con olor a libro). Además, te “obligan” a usarlo de una manera especial: como el cassette que había que darlo vuelta, o el disco que había que escucharlo de principio a fin. El instrumento pide su uso.
El Fintualist: edición especial de historias con datos.
El Fintualist es un medio de comunicación principalmente digital. Y seguirá siendo así, esperamos. Pero también creemos que hay un espacio para lo analógico, lo que se puede tocar y sentir, que se puede leer con otro ritmo, más pausado.
Confesión: el mejor momento del proceso de armar e imprimir la revista fue cuando fuimos a la imprenta.
A diferencia de la reproducción instantánea de noticias en tiempo real en la web o en Twitter, la revista del Fintualist tiene otros tiempos, más lentos. Por eso la dejamos en cafés, para que la leas con la calma.
Y puedes conseguirla con envío gratis en nuestra store.