Las vueltas de Sam Altman, el (ex-futuro) CEO de OpenAI

El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo inviten, dice el refrán. Y a veces se va a la competencia, podríamos agregar. 

¿Quién es Sam Altman y qué hizo?

Sam Altman fundó OpenAI en 2015. En un par de años ya habían cambiado para siempre el panorama tecnológico contemporáneo: fueron los creadores de ChatGPT, del que seguramente has oído –y que probablemente hayas usado–. Conceptos como chatbot y Large Language Model (LLM), que antes de GPT eran parte de una jerga especializada, ahora son moneda corriente en discusiones laborales o en sobremesas familiares. 

Antes de OpenAI, Altman ya se movía en el mundo de las startups tecnológicas: fue el presidente de la aceleradora Y Combinator desde el 2014 al 2019, cuando pasó a dedicarse full-time a OpenAI como CEO. 

Por mucho tiempo, todo pareció ir sobre ruedas, cada producto nuevo de OpenAI superaba al anterior y el impacto de GPT pareció marcar un antes y un después en la historia reciente. Las discusiones más interesantes giraban en torno a los LLM, si son una amenaza para la democracia, si nos van a permitir aumentar nuestra productividad o bien dejarnos a todos sin pega. OpenAI andaba sobre ruedas y Altman era el conductor ideal.

Por eso sorprendió tanto que el viernes pasado el directorio de OpenAI despidiera a Altman. Las razones detrás del despido eran más bien escuetas, aunque no dejaban bien parado a Altman.

¿Por qué despidieron a Sam Altman de OpenAI?

“La salida de Altman se produce tras un proceso de revisión deliberante por parte del directorio, que concluyó que no fue consistentemente sincero en sus comunicaciones con el directorio, lo que obstaculizó su capacidad para ejercer sus responsabilidades. El directorio ya no confía en su capacidad para seguir liderando OpenAI".

Un par de horas después, el presidente y cofundador de OpenAI, Greg Brockman, también renunciaba. Las especulaciones no se hicieron esperar: se dijo que Altman estaba demasiado enfocado en monetizar la compañía, algo que chocaba bastante con las declaraciones del propio Sam, que siempre pensó en GPT más allá de la rentabilidad. 

Iliya Sutskever, parte del directorio y cofundador de OpenAI dio a entender que había diferencias filosóficas en torno al uso y el futuro de la inteligencia artificial: consideraba que Altman no estaba poniendo atención a los potenciales riesgos de lo que estaban construyendo. 

Las reacciones indignadas o sorprendidas no se hicieron esperar. Los rumores, igual. Lo increíble es que la presión fue tal, que el board tuvo que revisar su decisión, y todo indicaba que Altman y Brockman volvían a la empresa. El domingo Altman se aparecía por su ex-oficinas usando una tarjeta de invitado. 

Obviamente que las idas y vueltas de dos de los fundadores de la empresa habrían afectado bastante a OpenAI, pero parecía una noticia que podría olvidarse en algunos meses. 

Como en una tragedia griega o un drama isabelino, faltaba todavía el tercer acto: donde el héroe se ve en el punto de mayor tensión y debe tomar decisiones definitivas. Y Altman no desentonó. Las noticias se sucedieron una tras otra: primero, que las conversaciones entre la junta directiva y Altman se habían roto y solo un par de horas después, que Altman se iba a Microsoft como jefe de un laboratorio de inteligencia artificial. 

Una movida de ajedrez del CEO de Microsoft, Satya Nadella (que también tienen participación en OpenAI). 

Los coletazos no se hicieron esperar: 500 empleados de OpenAI firmaron una carta donde amenazaban con irse a trabajar a Microsoft con Altman si el directorio no renunciaba y traían de vuelta a Sam. 

El que quedó como el malo de la película, Ilya Sutskever, salió a decir que siempre quiso lo mejor para la empresa y que estaba arrepentido. 

Pero no todo estaba dicho. El lunes en la tarde 700 de los 770 empleados de OpenAI habían manifestado que se irían si no volvía Sam. Y por el lado de Microsoft las cosas no venían mucho más claras: el acuerdo no estaba cerrado y Altman+Brockman todavía tienen chances de volver a su antigua empresa si se cumplen ciertas condiciones. 

Los medios que han cubierto la noticia especulan que las diferencias filosóficas entre Altman y Sutskever provienen de un nuevo “descubrimiento”, y que Altman y Brockman no les pareció peligroso, mientras que Sutskever y el nuevo CEO, Emmet Shear (co-fundador de Twitch), estaban bastante más preocupados. Hay quienes creen que todo tiene que ver con las primeras pruebas de ChatGPT-5.

El miércoles 22 de noviembre Altman parece haber ganado la batalla: vuelve ganador a su puesto de CEO.