Reforma de Pensiones: ¿y la competencia, cómo mejora?

Una de las banderas del nuevo Proyecto de Reforma de Pensiones ha sido promover la competencia en el mercado, buscando atraer nuevos actores. Este objetivo, aunque es muy valorable, parece lejos de concretarse con el Proyecto en su versión actual, donde se crea una “cancha desigual” para quienes busquen integrarse al mercado por primera vez. Ahora veremos por qué.

¿Qué cambia con el nuevo Proyecto de Reforma de Pensiones?

Actualmente, todas las pensiones de los chilenos son administradas por entidades privadas llamadas Administradoras de Fondos de Pensiones o “AFP”. Esto cambiaría con el nuevo Proyecto: para la gestión de inversiones se crea la figura del “Inversor de Pensiones Público y Autónomo” o “IPPA”, el que coexistirá con los “Inversores de Pensiones Privados” o “IPP”. Los IPP corresponderán a las AFP que continúen operando luego que el Proyecto entre en vigencia, junto con los demás actores que quieran sumarse al mercado. El rol de los IPP se limitará a la gestión de las inversiones de los fondos de pensiones (estructurados como “fondos generacionales”), quedando el proceso de cotización y el rol de soporte al afiliado centralizados en el Administrador Previsional Autónomo o “APA”, cuya creación también se contempla en el Proyecto.

En otras palabras, la cobranza, cotización y en general, la atención al afiliado, quedará en manos de un ente público; mientras que la inversión de la plata quedará en manos de un ente privado o del IPPA, dependiendo de la elección (o falta de esta) del afiliado. Para que te hagas una idea: hoy en día ambos roles los cumple la AFP: la relación contigo y también la inversión del dinero.

La incorporación de un administrador público puede ser un aporte valioso para el mercado, ya que ofrece una alternativa que debiera ser de bajo costo para los afiliados y dirigida por personas con vocación de servicio público. Sin embargo, el tratamiento del IPPA en el Proyecto genera algunas dudas legítimas, partiendo por el hecho de que si no te decides por un administrador de pensiones, por defecto el IPPA será quien administra tu plata. Esto, a diferencia del sistema actual, donde todos quienes se afilien al sistema de pensiones por primera vez son vinculados a la AFP que gane una licitación dispuesta por la Superintendencia de Pensiones, cuyo criterio de selección es elegir a la AFP que cobre menor comisión.

De esta forma, la redacción del Proyecto ha generado críticas, ya que no establece un sistema de licitación basado en un criterio objetivo (como el monto de la comisión), para definir quién administrará tus pensiones “por default”. En ese sentido, ha sido cuestionado el hecho de que la opción por defecto sea el IPPA, siendo que es una entidad que no contará con experiencia administrando pensiones al momento de entrada en vigencia del nuevo sistema y que tendrá  que demostrar que puede obtener la mejor rentabilidad posible para los fondos que administre, al mismo tiempo que convence a todos que jamás desviará su foco para financiar políticas públicas o empresas estatales.

La cancha de los IPP

Como dijimos, en el Proyecto se reconoce que uno de sus objetivos es incorporar nuevos actores al mercado. Así, permite a las administradoras generales de fondos (AGF) y las compañías de seguros de vida crear IPP por medio de filiales. Sobre eso y al igual que la incorporación del IPPA, en una primera mirada esto puede verse como una iniciativa positiva para la promoción de la competencia en el mercado, pero la forma en que se regula en el Proyecto implica trabas que no se pueden obviar.

De partida, para la constitución de estas filiales, previo a la autorización de la Superintendencia de Pensiones, se debe conseguir la autorización de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), por lo que en la práctica pareciera ser más simple para las AGF y aseguradoras constituir un IPP desde cero que buscar crear una filial. En palabras simples, a priori ser filial de una AGF o compañía de seguros solo haría el trámite más lento y no implica ninguna facilidad.

Además, y aparte de la desventaja competitiva frente al IPPA, por ser la opción por defecto para quienes se afilien al sistema de pensiones, los nuevos IPP tendrán que competir con aquellos que correspondan a las antiguas AFP. Estos traerán consigo una cartera de afiliados que, según los últimos datos de la Superintendencia de Pensiones (SP)  es de 11.691.444 personas (en promedio cerca de 1.667.206 afiliados por AFP). Este es un tema muy relevante, considerando que de acuerdo a la Superintendencia de Pensiones existe una tremenda inercia en la elección de las administradoras (las personas no se cambian de AFP). En un estudio sobre el comportamiento de los afiliados al sistema de pensiones entre 2007 y 2014 la SP concluyó que:


“En la práctica, la mayor parte de los afiliados no parece revisar su decisión de AFP en forma frecuente o periódica. (...) Los datos muestran que el número de traspasos no sobrepasa el 3,5% anual, y que, de los individuos que se cambian, un 43% lo hace solo una vez en el período de estudio.”

Entonces los que quieran entrar al mercado, además de pasar por un proceso medio engorroso, parten con cero afiliados, a diferencia de las AFP.

Asimismo, una dificultad importante que tendrán los nuevos actores es que el Proyecto prohíbe que en el nombre del IPP se incluya el nombre o sigla de otra entidad existente. Esto no solo hace más difícil que las personas puedan identificar a quiénes están detrás de estos actores, sino que además genera otra desventaja en relación a las actuales AFP: estas sí podrán mantener su nombre o marca.

Para mostrar el efecto práctico de una manera más gráfica:

  • “AFP Marca Manzana” va a poder transformarse en “IPP Marca Manzana”, así todos sabrán que son las mismas personas las que están detrás de la nueva administradora.
  • “AGF Marca Naranja” no va a poder tener una filial o sociedad relacionada llamada “IPP Marca Naranja”, por lo que a quienes les guste cómo las atiende Naranja y sus productos de inversión les va a costar identificar la IPP de las mismas personas.

Entonces, el nuevo actor que quiera entrar al mercado no solo tendría que competir con un administrador público establecido como opción por defecto y, a diferencia de las IPP sucesoras de las AFP, va a entrar al mercado sin ningún afiliado, sino que además lo hará bajo un nombre desconocido para el público.

Asumamos que este nuevo actor decide desafiar todas estas dificultades y, apostando a la calidad de su servicio, destacar entre todas las administradoras. En este caso, el Proyecto le presenta un nuevo problema que habíamos mencionado al comienzo: encomienda a los actores privados sólo la gestión de las inversiones de los fondos de pensiones, quedando las funciones de soporte y atención al público radicadas en el APA. ¿Cómo entonces puede un IPP generar un servicio de calidad si se limita su contacto y apoyo al afiliado? En este punto, el gobierno indicó que la idea es que los privados se hagan cargo de invertir y obtener rentabilidades para los fondos porque es “donde pueden agregar mayor valor a los afiliados”.

La verdad es que el aporte de valor de los privados debe ir bastante más allá de tener inversiones rentables. Hay mucho que ofrecer a las personas. Por ejemplo: una atención cercana para que se sientan acompañadas en sus decisiones previsionales y en la que sus dudas sean atendidas, una entrega activa de educación financiera para que entiendan las consecuencias de sus decisiones, plataformas accesibles que faciliten un proceso de ahorro transparente y la posibilidad de revisar saldos y rendimientos de manera simple.

Estos aspectos están lejos de ser triviales. De hecho, el mismo estudio de la SP citado previamente expone que la calidad del servicio ha demostrado ser la variante que más destaca en las administradoras a las que se traspasan los afiliados, superando la comisión que se cobre y la rentabilidad obtenida consideradas individualmente:

Ahora viene la pregunta: ¿cómo puede existir una buena calidad de servicio si los IPP no tienen un contacto directo con cada afiliado? Es clave entender los dolores e inquietudes de las personas para poder ofrecerles un servicio de calidad y competir en serio con los demás participantes del mercado.

Finalmente, el Proyecto no permite que las funciones de gestión de inversiones y de comercialización de entidades del mismo grupo de un IPP se mezclen con las de este. Estas limitaciones son muy razonables desde el punto de vista de buscar evitar conflictos de interés, el uso de información privilegiada y el provocar confusión en los afiliados respecto a la entidad con la cual están tratando. Sin embargo, también parece razonable, en pos de la calidad del servicio y con ello de la promoción de la competencia, que se permita lo siguiente:

  1. Que una AGF y su IPP relacionado puedan compartir herramientas para recabar, analizar y procesar información del mercado (compartir un terminal de Bloomberg, por ejemplo), siempre tomando los resguardos necesarios para que las estrategias y decisiones de inversión respecto de cada entidad sean tomadas de forma separada y por distintas personas. Esto es particularmente relevante cuando la idea es tener economías de escala, para así poder tener una mejor competitividad potencial, con una oferta de menores comisiones a los usuarios de este nuevo sistema.
  2. Que se permita mantener una sola aplicación o plataforma desde la cual la persona pueda acceder a toda la información correspondiente a todas las alternativas de ahorro y de inversión por las que ha optado, siempre especificando con claridad la entidad con la cual está contratando cada producto y los canales de atención específicos de cada una de ellas. Hoy el proyecto no es claro en el sentido de si sería necesario tener una app para ver tus inversiones en AGF Marca Naranja y otra app distinta para ver tus inversiones en la IPP relacionada a Marca Naranja (que no se puede llamar Marca Naranja, recordémoslo), lo cual no hace mucho sentido, especialmente porque  vuelve al sistema innecesariamente más complejo de cara a sus usuarios.

Algunas propuestas

Teniendo en cuenta todos los aspectos mencionados, a priori se ve medio cuesta arriba el panorama para quienes quieran ofrecer por primera vez sus servicios de administración de fondos de pensiones, lo que afecta directamente el objetivo del Proyecto de promover la competencia en el mercado y con ello beneficiar a los afiliados.

Aquí van algunas propuestas para mejorar este panorama (no somos los primeros en comentar varias de ellas):

  1. Que el IPPA no sea la opción por defecto, sino que se licite en base a criterios objetivos como el costo de las comisiones.
  2. Hacer licitaciones para ofrecer la asignación de una nueva administradora a afiliados que ya se encuentren en el sistema.
  3. Que se les permita a los IPP poner en su nombre el de la marca de las AGF o compañías de seguros de vida a las que estén relacionadas.
  4. Que se permita a los IPP desarrollar actividades de soporte y atención directa a los afiliados para ofrecer una calidad de servicio lo mejor posible.
  5. Que se permita compartir las herramientas para recabar, procesar y analizar información entre los IPPs y entidades de su grupo.
  6. Que exista la posibilidad de que las personas puedan acceder a la información de los servicios y productos financieros y de ahorro que contraten a través de una misma plataforma, que considere los resguardos mencionados anteriormente.