Shōgun, la megaproducción que revive el Japón feudal

La serie más vista entre todas las plataformas –que aquí se transmite por Disney cada martes– nos lleva al Japón del siglo XVII, y en medio de intrigas políticas y batallas, ya se ha consolidado como la serie más épica en lo que va del 2024. 

Basada en la novela de James Clavell del mismo nombre, con más de 10 años en desarrollo y con un inicio de filmación interrumpido el 2019 porque se quería “apuntar más alto”, finalmente llega Shōgun, una miniserie épica que ha sido alabada por la crítica y el público. 

Si lo que querían hacer era algo a gran escala, lo lograron. Y es que la novela en que se basa merecía ese tratamiento. Era la época del expansionismo europeo, cuando los portugueses eran un imperio y los tratados comerciales se hacían tras largos viajes marítimos. 

Los japoneses tenían su propio imperio, aunque los europeos prefirieran desconocerlo, pero tras la muerte de quien reinara en Osaka, se crea un vacío de poder que distintos hombres pelearán por llenar. Uno de ellos se convertirá en el Shōgun.

En este contexto, naufraga un barco en playas niponas. En él va un grupo de marineros al borde de la inanición. John Blackthorne es uno de ellos, un inglés que es capturado y separado del resto. Sorteando barreras idiomáticas y juegos de poder, el hombre debe sobrevivir para pasar a ser una pieza de la política local, que amenaza con estallar en cualquier momento. 

Fidelidad y representación en la producción

Si bien la novela fue escrita por un británico y esto se trata de una producción hollywoodense, hay ciertos aspectos que la salvan de ser una mirada exclusivamente anglosajona. El personaje de Blackthorne sirve como punto de entrada, pero no se encuentra aún entre las esferas donde se disputa el poder que realmente le importa a la serie. La mayor parte del elenco es japonés, y ese es el idioma que se habla en la mayoría de la serie. 

La grabación se desarrolló en Canadá por temas presupuestarios, pero el equipo y el elenco son principalmente japoneses. La producción entendía que lo que la diferenciaría finalmente sería la fidelidad al período histórico particular que buscaban representar, trayendo a la vida un pedazo de historia nipona con presupuesto estadounidense. Además de la impresionante escala, esta preocupación por la verosimilitud es lo que ha llevado a muchos críticos a asombrarse por el nivel de Shōgun y hasta a tildarla de obra maestra. 

El equipo de investigación tras la miniserie escribió un documento de 900 páginas detallando los aspectos necesarios para hacer esta adaptación, en la que se incluyeron a maestros de gestos expertos en este período histórico, clases de artes marciales y uso de espada y hasta el catering era comida japonesa.

Si quieren dejarse llevar en un loop de perdición viendo videos de la producción de la serie, es cosa de entrar a YouTube y maravillarse con la escala del trabajo que se hizo.

Comparémoslo con la primera producción que se hizo de Shōgun, en 1980.

¿Una historia real?

Sí y no. Shōgun se instala en un periódo histórico real y utiliza antecedentes de cosas que sí pasaron, pero lo que ocurre dentro de estos marcos es ficticio. A pesar de eso, hay personajes inspirados en personas reales, como el mismo Blackthorne, basado en el navegante inglés William Adams. Él fue el primer británico en pisar suelo japonés, que posteriormente se convertiría en samurai bajo la guía de Tokugawa Ieyasu, posterior shōgun. 

Para los ansiosos: ¿habrá segunda temporada?

Originalmente fue concebida como una miniserie, pero hoy en día nada está sellado y después del éxito que ha tenido Shōgun, ya se está hablando de una segunda temporada. 

Sin embargo, los productores hasta ahora se han cerrado a la idea, habiendo utilizado todo el material de la novela en estos primeros diez capítulos. “Llevamos la historia hasta el final del libro y le pusimos punto final. Nos encanta cómo termina la novela y era una de las razones por las que queríamos contar esta historia”.

Nota de riesgo: Sí, hay muertes y batallas y guerra. Pero, aunque quizás no sea para toda la familia, no se siente como algo que vaya a remover particularmente a nadie. Es moderada.