¿Y si todos confiáramos en el gobierno?

En Chile menos de un tercio de las personas confían en el gobierno.

Para serte honesta, al principio ese número no me sorprendió mucho. Y seguro a ti tampoco.

Pero esa cifra importa, y mucho. La falta de confianza en el gobierno es un problema porque le quita legitimidad, alimenta la polarización y puede abrir paso a movimientos o actitudes populistas. Detrás de esto está un sentimiento de que el gobierno “no me representa”.

La confianza en el gobierno de Chile y otros países

Esta gráfica, que incluye a todos los países de la OCDE y algunos de sus “socios clave”, muestra que Chile es el país donde la gente menos confía en el gobierno. Llegó a ese lugar después de una caída bien profunda de la confianza en poco más de una década. (El dato más reciente para Chile es de 2019).

Fuente: OECD, Government at a Glance 2021. Notas: el año más reciente es 2020 excepto en Chile, Estonia, Grecia, Hungría, India, Indonesia, Israel, Letonia, Lituania, México, Luxemburgo, Costa Rica, Rumania y Sudáfrica, que es 2019, Chequia, que son de 2018, e Islandia, que son de 2017. Los datos de Austria, Finlandia, Irlanda, Noruega, Portugal, la República Eslovaca, Eslovenia y Suiza son de 2006 en lugar de 2007, y los datos de Islandia y Luxemburgo son de 2008 en lugar de 2007.

¿Cómo sería un Chile donde la mayoría de la gente confíe en que el gobierno va a velar por los intereses de la gente y proteger a las generaciones actuales y futuras? A lo Suiza o Luxemburgo. Si nos basamos en estudios como este, diríamos que posiblemente habría más progreso social y económico.

En una sociedad democrática la confianza en el gobierno es clave para que este tenga capacidad de implementar reformas. Según la OCDE, la confianza en el gobierno “facilita la priorización e implementación de políticas públicas y aumenta el cumplimiento de las nuevas prácticas.”

¿Y cómo se puede mejorar la confianza en el gobierno? Ellos mismos identifican 5 impulsores: 1) capacidad de respuesta en la prestación de servicios públicos; 2) confiabilidad para anticipar nuevas necesidades y salvaguardar a las personas, 3) integridad; 4) apertura; y 5) equidad.

No es imposible lograrlo. Sin ir más lejos, Chile el año 2007 tuvo niveles de confianza en su gobierno más altos de los que tiene hoy, casi iguales al promedio OECD. Lo sabemos: la confianza no se construye de la noche a la mañana, por eso mientras antes empecemos a recuperarla, mejor.