Cómo no depender de la suerte al usar la tarjeta de crédito en el extranjero

Cuando era chico, mi familia no tenía plata para viajar, así que recién empecé a hacerlo más grande, cuando comencé a trabajar. Además, desde que entré a trabajar en Fintual he podido aprovechar el beneficio de hacerlo desde cualquier lugar. A eso se sumó que he estado trabajando continuamente en el desarrollo del producto que tenemos para México. 

Así que hace un tiempo decidí irme por un mes y medio a vacacionar y trabajar un poco más de cerca con el equipo local. Conocí lugares increíbles y disfruté por primera vez de una playa subtropical.

La primera vez que fui a México, cambié pesos chilenos por mexicanos en Chile. Me dejó una muy mala sensación: perdí alrededor de un 16% de lo que cambié con el sobreprecio del tipo de cambio. Ahí me di cuenta de que esta pérdida era “sólo” de un 5% si simplemente llevaba dólares y los cambiaba en México. Así que ese era mi plan para este viaje: unos pocos dólares para cambiar a pesos mexicanos, y tratar de usar la tarjeta de crédito en lo posible. 

Cuando uno hace una compra con su tarjeta de crédito en otra moneda, el monto se convierte a la moneda de la tarjeta en el momento de la transacción. Por ejemplo, si eres de México y vienes a Chile y compras algo, el negocio te cobra en pesos chilenos, pero tu banco te agrega una transacción por el equivalente en ese momento en pesos mexicanos. 

Esto es lo más común, pero en Chile los bancos tienden a emitir tarjetas con dos tipos de cupo: uno nacional, en pesos chilenos, y otro internacional, en dólares. Entonces si yo voy en mi caso a México, el banco me convierte el monto de pesos mexicanos en dólares y luego a fin de mes pago mi deuda con ellos en pesos chilenos, pero usando el cambio del día en dólares.

El hecho de gastar en el extranjero ya tiene incertidumbre, porque comprar se puede hacer más caro o más barato respecto al peso chileno todos los días. Cuando entra el dólar al juego sólo hace las cosas más confusas. Y esto no era nada alentador con las  noticias hablando de las subidas del dólar.  No se me hacía buena idea tener deuda en dólares mientras subía.

Así que me quise ir a la segura y cubrir ese riesgo. No me importaba tanto aprovechar la suerte si es que el dólar bajaba cuando tuviera que pagar la tarjeta, después de todo no tengo esa clase de suerte. Estaba más enfocado en no perder si es que subía y llegaba de nuevo a los $1.000. 

Este fue mi plan.

La idea base es simple: si tengo los mismos dólares con los que me estoy endeudando y los vendo cuando tenga que pagar la tarjeta, nunca me va a faltar ni sobrar. El truco es que hay que comprar tan cerca como sea posible de cuando se gasta, cosa de que el precio del dólar no haya cambiado mucho.

Hacer eso comprando dólares en una casa de cambio no es tan buena idea, porque estaría pagando el spread de la casa de cambio que suele ser bien grande en mi experiencia. Además estaba en México sin demasiado efectivo.

Otra opción es comprarlos al banco con el que tengo la tarjeta de crédito, pero si no eres de los pocos afortunados que tienen una cuenta corriente en dólares tendrías que ir a buscar los dólares físicos tú mismo. Tampoco sé si me hubieran esperado un mes y medio para retirarlos, yo creo que no.

Ahí es donde empecé a usar Fintual acciones, no para comprar Tesla o Apple, sino que para comprar dólares. ¿Por qué Fintual? Porque el precio que tenemos para el dólar es muy bueno.

Entonces el procedimiento que seguí era que todos los días en la mañana miraba cuánto había gastado el día anterior en la tarjeta de crédito, y compraba esa misma cantidad de dólares en Fintual. Luego cuando ya se emitiese el estado de cuenta y me pagaran mi sueldo, pagaba la tarjeta y al mismo tiempo pedía el retiro de los dólares. En tres días más me llegaba el retiro de mis dólares de Fintual con un monto similar al que pagué en la tarjeta. 

Lo bueno de todo esto es que ya no me importaba realmente cuándo pagar la tarjeta: no tenía que pensar que el dólar estaba “un poco más barato” para no sentirme culpable de mis gastos vacacionales. Ya no necesitaba que la suerte estuviera de mi lado.