Daddy Yankee, no me dejes sin gasolina

No existe medicina, doctores, ni aspirina para el dolor que sintió mi corazón tras el anuncio de Daddy Yankee.

Ramón Luis Ayala Rodríguez, el Rey del Reggaetón, el Cangri, DY, The Big Boss, o Daddy Yankee, como prefieras decirle, anunció el 20 de marzo que se retira de la música. Noticia que sorprende en la época en la que el reggaetón parece estar en su máximo esplendor —y ha traspasado todas las barreras sociales—, en la que hasta grupos como Metallica han colaborado con reggaetoneros y en la que muchos artistas optan por los reencuentros y siguen tocando con muchos más años que los que tiene DY.

The Big Boss

Gasolina le abrió las puertas del mundo no solo a Daddy Yankee, sino a todo el género del reggaetón. Es el primer single que salió de Barrio Fino, que es considerado el mejor álbum de reggaetón Latin Billboards, el álbum de la década de los 2000 y uno de los 500 mejores álbumes de la historia. Álbum que además produjo en su propia disquera, El Cartel Récords.

El impacto de Daddy Yankee

El título de Rey del Reggaetón no es una exageración mediática, es algo que difícilmente va a alcanzar otro cantante. Yo no creo en el destino, pero la prótesis que el Big Boss tiene en la pierna derecha hizo que su hobby cambiara su vida y el de la música urbana latina. Empezó ni más ni menos que nombrando al género en los 90, siendo productor y fundando su disquera. Además de presentar Barrio Fino en Madison Square Garden, fue precisamente aquí en Chile donde triunfó en grande en el Festival de Viña, el resto es historia.

Diez años después de esa notable presentación, decidió incurrir en otro género, el pop. Despacito, como buena costumbre de DY, rompió récords por montón. En 2017 fue el video más visto en la historia de YouTube —desplazado después por Baby Shark, tururú—, alcanzó el primer lugar en el Billboard Hot 100, algo que no pasaba con ninguna canción en español desde la Macarena en 1996, duró más de un año como la número uno en reproducciones en el Billboard Hot Latin Song —y en nuestras cabezas—. Justin Bieber la escuchó y pidió agregarle un verso en inglés, esto, junto con el streaming, hizo que Despacito llegara a lugares nunca antes imaginados.

Me gusta pensar que el reggaetón ha ayudado a democratizar la industria de la música, dándole voz a un género y a gente que no la tenía; ha permeado culturas, ritmos, clases sociales, idiomas y ha logrado que la música en español tenga un sitio importante en una industria dominada por el inglés.

Los frutos del reggaetón

Según informes de la IFPI (La Federación Internacional de la Industria Fonográfica) en 2019, 2020 y 2021 el reggaetón ha representado un tercio de las ventas de música por streaming, unos 3 mil millones de dólares. Daddy Yankee es el reggaetonero más rico del mundo y a pesar de esto, está lejos de las fortunas de otros artistas como te muestro en el siguiente gráfico:

Fuente: elaboración propia con datos de celebritynetworth.com

De hecho, el cantante más rico del mundo es Kanye West, con una fortuna de 1800 millones de dólares, seis veces más que Shakira y 45 más que Daddy Yankee.

El reggaetón ha pasado de ser considerado como la antítesis de la moralidad, vulgar, de la calle, a un género socialmente aceptado, que ha logrado unir culturas y géneros. Yo espero que siga rompiendo barreras y que el mundo perree a pesar de todas las crisis. Si aún no te convence este género, tal vez el perreo postpunk de FrioLento te hace cambiar de opinión.

“Por fin veo la meta”

Daddy Yankee lanzó ayer los últimos 54 minutos y 30 segundos que escucharemos de él, Legendaddy. “Soy una leyenda, no tengo reversa, dice sin ninguna modestia. Aunque me pone triste que se retire, recordé que mi abuela decía que la gente se va en su mejor momento y Ramón Ayala así lo está haciendo. Junto con su último disco salió una campaña en redes sociales, que apoyo totalmente, para que los Centennials no vayan a sus conciertos. A los millennials nos han quitado tanto que merecemos tener un último perreo con DY, aunque las rodillas ya no nos dejen llegar hasta el suelo.

Llegó la despedida, en contra de nuestra voluntad hay que decir: adiós.

Sé que soñaré con tu regreso.