Lightyear y la historia de Disney con la comunidad LGBTIQ+

Seguramente te has topado con más de un meme relacionado con Lightyear desde que se estrenó la semana pasada. Aunque la precuela de Toy Story trate sobre las aventuras interestelares del famoso juguete, la razón por la que ha hecho noticia es muy distinta.

Un beso entre dos personajes femeninos ha escandalizado a muchas personas. La escena es breve. El momento, casual. Dura un segundo y es mostrada de forma positiva. Como resultado, la película se prohibió en 14 países, mientras que otros exigieron el corte de la escena y Cineplanet Perú la estrenó con la advertencia de que contenía “ideología de género”. Muchos grupos conservadores han criticado la película y se ha llamado a boicotearla.

Por más ridículo que todo esto suene, no es la primera vez que pasa.

Un poco de contexto

Primero es importante entender la historia que tiene Disney con los temas LGBTIQ+. A pesar de que tras esta polémica estemos todos del lado del conglomerado, Disney ha sido muy quisquilloso con darle visibilidad a la comunidad.

No solo eso, se ha jactado de hacerlo y felicitado cuando en la práctica han hecho muy poco.

Al principio solo existía queer coding. Este fenómeno ocurre cuando las audiencias les otorgan características e identidades queer a personajes que no las explicitan. Pueden tenerlas de manera subtextual o puede que solo sean coincidencias, pero ocurre producto de la baja representación que tiene la comunidad LGBTIQ+ en pantalla y a su necesidad de verse representada.

Es lo que llevó a las lesbianas a atribuirse a Elsa de Frozen, o a que Jafar de Aladdín, Scar de El Rey León y Úrsula de La Sirenita fueran vistos como personajes queer (y, que casualmente todos fuesen villanos, habla de un sesgo cultural que supone a los hombres femeninos y mujeres masculinas como algo aborrecible).

Los lentos intentos de Disney por incluir contenido LGBTIQ+

Hacer un repaso a la historia de personajes abiertamente queer de Disney es un ejercicio breve. Tras la presión del público y los medios, especialmente en la última década, el estudio se las ha ingeniado para ir avanzando en inclusión pero sin ofender completamente a sus mercados más conservadores.

Por ejemplo, previo al estreno del remake de La Bella y la Bestia, el director prometió un momento “exclusivamente gay” en la película. Dijo que el personaje de LeFou sería abiertamente queer, estaría enamorado de un hombre y su sexualidad se vería reflejada en una escena clave de la película.

¿El resultado? Un breve momento donde el personaje baila con otro hombre y el director corrigiéndose, diciendo que sus declaraciones habían sido exageradas.

Algo similar ocurrió con Star Wars, también de Disney. Tras insistencia, el director J. J. Abrams prometió que el universo de la guerra de las galaxias “haría sentir a la gente LGBT representada”.

Se creó mucha expectativa en torno a un momento que al llegar demostró ser decepcionante: dos mujeres, personajes menores, dándose un beso en un plano que no dura más de dos segundos.

Además, el plano estaba intencionado: la escena se podía eliminar en países que lo pidieran, como China, ya que no afectaba en la historia.

Disney se felicitó y obtuvo mucha prensa previo al estreno de la película animada Onward, afirmando introducir a su primer personaje queer. Otro personaje menor que en una línea menciona a su novia. Esto causó que la película se prohibiera en Kuwait, Qatar y Arabia Saudita.

Todo esto sería menos molesto si es que Disney no se premiara por dar pasos que no está dando en temas de inclusión. Es quizás mejor cuando estos intentos ocurren y pasan piola.

Como en esa escena de Toy Story 4 donde en el fondo aparecían dos mamás recibiendo a su hijo.

Ah, no, ese momento también escandalizó a grupos conservadores que tildaron la película de “peligrosa”.

Lightyear y el futuro

La comunidad LGBTIQ+ está acostumbrada a recibir migajas. El avance en cuanto a representación es más lento de lo que nos gustaría, pero entendemos que es necesario.

A principios de este año, Disney enfrentó una gran polémica cuando se reveló que dinero que entregaba en donaciones iba a los legisladores detrás de la ley Don’t say gay. La ley de Florida restringía el tipo de educación sexual que podían recibir niñes, amparándose en proteger sus valores.

Era un proyecto discriminador que fue ampliamente criticado y Disney se vio en medio de la polémica. Fue así como sus mismos empleados ejercieron presión e hicieron huelgas. Después de que Disney afirmara ser un ambiente de trabajo tolerante, el equipo de Pixar emitió una carta al público donde decía:

«En Pixar hemos presenciado como historias hermosas llenas de personajes diversos vienen de vuelta de las revisiones de Disney hechas añicos. Casi todo momento de afecto queer se debe cortar a petición de Disney, independiente de si hay resistencia de parte de Pixar. Incluso si es que crear contenido LGBTIQA+ fuese la respuesta para arreglar las leyes discriminatorias del mundo, se nos prohíbe hacerlo».

A raíz de esta pugna, el beso lésbico de Lightyear —que había sido cortado antes del estreno de la película— fue reingresado a ella.

Y lamentablemente trajo muchas consecuencias negativas.

El problema es que Disney es finalmente un conglomerado millonario que está jugando a dos bandos. Por un lado, quiere ser progresista y transmitir ideas positivas sobre inclusión y aceptación.

Y por otro lado, quiere ganar dinero.

Verse excluido de mercados como el chino o el de los países del Medio Oriente es perjudicial para su empresa, por lo que la estrategia actual de Disney parece ser algo así como la tibieza.

No, aún no llegará aquella película con un protagonista abiertamente queer que no tenga miedo a ofender a mentes conservadoras. Pero lo bueno es que efectivamente se están dando pasos hasta que ese momento llegue.

Somos impacientes y exigimos y demandamos más de lo que se nos da. Porque entendemos que las películas son dispositivos ideológicos poderosos, capaces de cambiar formas de pensar y de abrir cabezas y corazones. Esas exigencias no deben detenerse.

Lightyear es un ejemplo de algo que en el futuro veremos como un reflejo de la época en la que vivíamos. Donde el capitalismo rosa existe y las grandes empresas quieren ser abiertas e inclusivas pero sin perjudicar sus bolsillos. Esta época donde nos molesta el conservadurismo, pero también le tenemos miedo. En la cual la disidencia sexual existe libremente entre nosotres, pero aún no la podemos ver expresada en la pantalla.

Una situación surgió a partir de una película que poco iba a dar de qué hablar si no fuese por un breve, cotidiano y cariñoso beso entre una pareja estable que se quiere.

Son pequeños pasos.