Las dos candidaturas presidenciales

Propongo lo siguiente.

Conseguir las mismas 35.000 firmas creo, que fue capaz de reunir Artés y postular a alguna persona que sepa de educación. Podría ser un profe de básica, una académica universitaria o alguien en educación pre-escolar.

Y aprovechar los más de 40 puntos de rating que alcanzaron los debates de TV para que al menos una candidatura hable solo de Educación, la variable más importante para el desarrollo del país.

—Candidata X, ¿qué opina de la situación en La Araucanía?

—Siento que la raíz del problema está en la educación.

Y explica por qué.

—Candidata X ¿qué va a hacer para combatir el narcotráfico?

—Siento que la raíz del problema está en la educación.

Y explica por qué.

—Candidata X, ¿qué propone usted para el problema de la corrupción?

—Adivine, otra vez la educación juega un rol clave. Permítame explicarle…

Esta persona no tendría que ser experta necesariamente, basta con que tenga ganas de aprender, sepa comunicar casi tan bien como MEO y tenga un equipo voluntario detrás que la esté apoyando con data, ejemplos de otros países y resultados.

Si sale presidenta sería un problema bonito, pero en el escenario más probable de que no, quedaría un programa de educación bien armado y pensado (si no nos ponemos de acuerdo, copiemos algo que se haya hecho bien. ¿Finlandia?¿Australia? ¿Singapur? La que quieran) que podríamos regalar a todas las candidaturas.

Habría también una lista parlamentaria encargada solo de hacer que todas las personas estén contentas de que sus hijas e hijos vayan a la escuela de la esquina porque es prácticamente igual de buena que cualquier otra.

Se puede. En esta elección hubo harto menosprecio (sospecho que por falta de educación) hacia un partido político nuevo y algunas candidaturas independientes. Y ahí estarán, sentadas en el Congreso.

Me encanta la imagen de esas personas sentadas en el Parlamento. Una dueña de casa diputada. Y lo paradójico de que a otras les moleste que estén ahí porque probablemente crean que sólo debe integrar el Parlamento gente que estudió.

El otro tema poco mencionado: el cambio climático.

Si bien creo que la educación es parte de la solución, también pienso que su urgencia hace que debamos tener no una candidatura funcional, sino dos.

Y que quizá alguna científica, alguien que trabaje en economía circular o hasta Thomas Kimber de Karun (que el otro día reclamaba frente al televisor la poca cobertura del tema en los debates), se animen a crear una candidatura política que sólo exponga sobre el cambio climático.

Sin planeta, no hay educación. Y al revés está claro que tampoco.


Columna publicada originalmente en Economía y Negocios de El Mercurio el 09 de diciembre de 2021.