Cristóbal Henríquez: el mejor ajedrecista de Chile

Como te contamos en este post, en Fintual decidimos auspiciar al mejor ajedrecista de Chile. ¿Qué le pedimos? que siguiera jugando (y que de vez en cuando se prendiera con unas partidas simultáneas contra nosotros).

Antes de que se fuera de vuelta a España, donde competirá en las Olimpiadas de ajedrez, aprovechamos de conversar y jugar un rato con él (ni pensar en ganarle, por supuesto). Esta es la entrevista entera escrita, pero también hicimos un video:


Hola, soy Cristóbal Henríquez: gran maestro de ajedrez

Conversamos con Cristóbal en las oficinas de Fintual en Santiago

¿Qué opinas de Ivan Morovic, otro de los mejores ajedrecistas chilenos?

Cuando yo recién comencé a jugar ajedrez, él aparecía en todos los medios, en los campeonatos más importantes. Por ese entonces yo participaba en sus simultáneas, con seis u ocho años. Él daba simultáneas en un montón de colegios.

Habré participado en dos o tres de esas y me ganaba siempre. Entonces fue una de mis metas superar a Iván Morovic como el mejor ajedrecista de la historia. Es difícil, pero lo conozco y tengo muy buena impresión de él. Compartí en Viña del Mar junto a él y su familia. No le he ganado una partida. De hecho fui hasta con mi polola a su casa hace un tiempo.

¿El ajedrez es un don?

No lo llamaría un don, yo creo que lo principal en ajedrez es la constancia, el trabajo duro. Porque uno puede tener ciertas facilidades y aprender más rápido patrones de jaque mate. Luego está la competencia, el nerviosismo, cómo uno se enfrenta a la derrota. Son demasiados factores. Aprendí observando a mi papá con mi hermano. No sé si lo llamaría un don, simplemente me llamaba mucho la atención, a diferencia de otras actividades.  

El colegio nunca me llamó la atención: era el peor alumno de la clase. En ajedrez puedo pasar horas y horas estudiando sin necesidad de pensar en nada más. En cambio si me tenía que enfocar veinte minutos en biología no podía, se me hacía imposible.

Ganar campeonatos fue una costumbre desde niño

¿Qué te llamó la atención del ajedrez cuando partiste (4 años)?

Las estrategias de cómo atacar al rey oponente. Siempre he sido un jugador muy agresivo, y en el ajedrez está la estrategia de cómo uno desarrolla sus piezas, dónde están las debilidades del oponente, cómo las voy a aprovechar, etc… En cambio, la táctica tiene que ver más con el golpe, con una secuencia directa que a mí me fascinaba y hasta el día de hoy es lo que más me llama la atención. Trabajo sobre todo ese aspecto, con golpes tácticos.

Es curioso, no sé cómo llamarlo. Como cuando en el fútbol tienen tácticas muy definidas: cómo patear un córner o algo por el estilo, y la estrategia sería más que nada el planteo del técnico.

¿Cómo entrena un gran maestro?

Prácticamente no ocupo el tablero. Más que nada lo que hago es revisar software y partidas de los ajedrecistas más fuertes del momento. Analizo sus errores. Es entretenido ver que el campeón mundial se equivoca. Ahí uno se siente con chances a pesar de que hay una diferencia abismal. Analizo a Magnus Carlsen, que es el mejor jugador del mundo–y para mí de la historia–y veo más menos lo que hace.

Hay algo que se repite, que estos tres peones están situados en el mismo lugar. Hay una casilla débil, tengo que ver cómo desarrollar mis piezas. Tengo que ir analizando constantemente.

Trabajo también con el programa Stockfish. Básicamente uno tiene en el celular al mejor jugador del mundo, que sería una máquina que tiene un rating de 3.500 (el campeón del mundo tiene 2.970). Uno deja a la máquina profundizando, analiza cinco minutos una posición y casi que te da la verdad de la partida: pero lo que uno hace es analizar primero por su cuenta y después lo compara con el motor. Ahí uno sabe si se equivoca o no.

¿Gambito de dama es una representación fiel de la vida de un ajedrecista?

Para mí la serie Gambito de dama tiene verosimilitud en el sentido de que si uno cierra los ojos, puede ver un tablero en cualquier parte. Lo que yo hice es que cuando cerraba los ojos veía el tablero muy pequeño, entonces para ver el tablero grande y calcular de mejor forma, visualicé por ejemplo la pared que está allá, una pared enorme, y colocaba el tablero lo más grande que pudiese en mi mente. Es de locos, o sea si uno lo viera desde afuera parece que estuviese muy piteado, por decirlo en chileno, pero así funciona la mente de un ajedrecista.

¿Pieza favorita?

El caballo, desde siempre. Tiene más espacios y puede crear amenazas contundentes en pocos movimientos.

¿El ajedrez es una pega solitaria?

No. Uno puede estudiar con compañeros todo el tiempo. En el torneo también uno está acompañado y conoce gente. Son intensos los ajedrecistas para carretear. He visto más de algunos llevar al hotel unas cuantas botellas de whisky.

¿No es monótono hacer siempre lo mismo?

En teoría sí. Pero el ajedrez matemáticamente es inabordable. O sea, no tengo forma de aprender todo lo que quisiera en el juego. Eso es lo que me entretiene. Es el mismo tablero, pero son demasiadas posibilidades. Lo máximo que he pasado sin ver ajedrez han sido dos días en los últimos cinco años porque ya estaba chato.

¿Existe algo así como el dopaje en las competencias de ajedrez?

Es raro. No, no hay ninguna sustancia que te permita jugar mejor ajedrez. Yo tomo mucho café–demasiado. No puedo no tomar café cuando juego ajedrez. Pero algunas sustancias pueden ser como para ayudar al estudio. Si algún ajedrecista se fuma un porro antes de una partida probablemente su rendimiento empeore. Hasta donde sé, no hay sustancias prohibidas.

¿Tienes un club de fans?

Mmmm, mi polola. Mi familia va a celebrar a plaza Italia cuando he ganado algo importante, así que cuenta como fan club.

¿Cuál es el premio más grande que has ganado?

Creo que 10 mil dólares.

¿Cómo ha sido tu carrera en las competencias mundiales?

Hay una serie de eventos clasificatorios hasta el torneo de candidatos, que es donde se define al retador del Campeonato Mundial. Yo jugué una copa del mundo y ahí me enfrenté a un ex vicecampeón del mundo. Y fue mi primera copa del mundo y ahí es donde gané el premio más importante también.

¿En qué estás ahora y qué se viene para adelante?

Hay meses que son más intensos que otros. Ahora mismo vine a Fintual y vine a Chile para poder concentrarme en las Olimpiadas. Estaba viviendo en Barcelona y tengo un buen espacio para estudiar y todo, pero hace unos cuantos meses vine a Fintual a estudiar y me sentí muy cómodo, demasiado cómodo, casi que no podía parar de estudiar. Y eso es lo que me gustó. Y le pregunté a Pedro si me podía quedar, barsudamente. Creo que llevo como un mes acá en Fintual.

Y sí, este periodo es de entrenamiento y ahora se vienen los campeonatos fuertes: la India, después uno en España. Hace rato que no hay un torneo serio digamos, de 11 días, desde noviembre del año pasado. Entonces creo que tomé la decisión correcta al venir acá.

¿Qué opinas de que Magnus Carlsen no va a defender su título mundial de ajedrez?

Magnus habría ganado casi dos millones de dólares por el match, pero prioriza su motivación y bienestar. Jugar un match significa prepararse meses para un evento que no le satisface. Dejará de ser campeón del mundo pero seguirá siendo el mejor de la historia y de la actualidad.

Tal vez no se siente desafiado. Conoce muy bien a Nepomniachtchi. El match es tedioso, monótono. Ambos no arriesgan y buscan ganar sólo con las piezas blancas. A diferencia de un encuentro con Firouzja (prodigio de Irán que con 19 años estaba 2 del mundo), en donde ambos arriesgarían para ganar cada partida. Es un poco la falta de desafío y lo agotador de preparar un match de ese estilo.

¿Tú siempre representas a Chile cuando juegas?

Está la bandera de Chile a un costado pero no es que vaya con un logo de Chile ni nada de eso.

¿Te cambiarías de bandera?

Totalmente. En Perú por ejemplo reciben una beca solo por ser grandes maestros. Si el día mañana me dicen “te queremos llevar a Perú”, voy. Un cambio de bandera que me interesaba era España, porque los jugadores allá son muy fuertes, hay algo así como seis jugadores en el top 60 del mundo, y esa competencia, poder llegar a la olimpiadas y entrar un equipo así de fuerte me motivaría mucho. Las Olimpiadas en ajedrez son por equipos, a diferencia de otros deportes.

¿Si pudieras jugar contra cualquier ajedrecista, contra quién jugarías?

Fischer, totalmente. Me encanta su estilo de juego. No sé si estaba un poco loco, pero lo que más me impresiona es que él solo se enfrentó a todo un equipo de la Unión Soviética y los derrotó. Fischer entrenaba con un jugador que no era tan fuerte y Spasky–la persona que derrotó–entrenaba con 6 de los 10 mejores jugadores del mundo, sumado a que tenía kinesiólogo, cocineros, psicólogos, de todo lo que podía imaginarse. Fischer en cambio tenía solo sus ganas y su talento.

¿Ha cambiado mucho el ajedrez de ese tiempo con el presente?

Sí, cambió mucho. Sobre todo con la llegada del módulo de análisis, con el motor. Porque superó muy fácil al humano. La primera versión de Stockfish ya jugaba mucho mejor que el campeón actual, ni hablar de Capablanca, era otra época: jugadores muy fuertes, por ahí en 1920 campeones del mundo, pero que no tenían todo el conocimiento que hay hoy en día.

Lo otro es que para mejorar años atrás, uno tenía que ir a Rusia o tenía que ir a algún país con una escuela ajedrez muy marcada y hoy en día no. Uno simplemente aprieta un par de clics y ya tiene grandes libros, tiene al ordenador de motores, tiene programas de ajedrez, tiene ejercicios gratuitos, y creo que es demasiado sencillo progresar hoy en día.

Bueno, más bien requiere mucho trabajo pero la facilidad está: el ajedrez se ha democratizado muchísimo.

¿La gente está dispuesta a jugar contigo o se acobardan?

Más que acobardarse, algunos sí quieren aprender, pero como que saben el resultado y eso no les gusta. Hubo un momento en que jugaba un montón con mi hermano y era mi némesis. No podía ganarle, yo era mucho mejor que él en rating y todo, pero él tenía un estilo de juego que para mí era muy complejo y me ganó por muchos años. Me costó ganarle a mi hermano.

¿Dónde jugabas cuando chico?

En una iglesia que queda en metro Bellavista. Ahí hacían clases también. Hay una plaza cerca de la municipalidad, no sé si todavía sigue la muni ahí, y todos los sábados hacían torneos. Siempre recuerdo, un día que fui a Plaza de Armas con mi papá, yo tenía como seis años y me fui entre aplausos, porque le gané a una persona fuerte del Club. Y en el colegio era un desastre, en el sentido de que tenía como tres páginas de anotaciones negativas y me gustaba el payaseo. El sistema educativo no me gusta mucho y fue una mala experiencia en mi vida.

¿Cómo fue tu experiencia con la educación chilena?

Digamos que mi infancia estuvo marcada por la muerte de mi mamá y eso explica un poco el porqué era tan, tan vándalo. Después en séptimo básico fui al Instituto Nacional y ahí cambió por completo, porque hay una mentalidad más estricta y los profesores no aceptan que yo tire un chiste en medio de la clase o que me pare, o que haga cualquier payasada. Ahí mi personalidad cambió por completo. Me volví muy, muy tímido, Al mismo tiempo tenía que estudiar y no podía sobrellevar la rutina de querer ser buen ajedrecista, de participar en torneos, dedicarle cuatro horas al ajedrez de lunes a viernes y además estudiar matemáticas, biología, etcétera.

Eso era incompatible al punto de que en segundo medio me retiré del Instituto Nacional para priorizar mi carrera como ajedrecista.  

Creo que no fue culpa del Instituto. Quizás la decisión de entrar no fue la apropiada, pero no me arrepiento, porque conocer a tantos compañeros con situaciones familiares tan diferentes, económicas tan diferentes, aprender de ellos me marcó y agradezco mucho esa oportunidad.

La parte académica en sí la dejé de lado. Pero insisto, no sé si sea un problema del instituto como tal: un ajedrecista o un artista o un deportista no necesita un sistema educativo estricto, no necesita aprender matemáticas o biología, necesita dedicarse a lo suyo.

Terminé el instituto: me salí y di exámenes libres. Mi nivel en ajedrez empezó a mejorar mucho. El año que me salí del instituto fui campeón Panamericano sub 18, el año siguiente fui campeón Panamericano Sub 20 y sudamericano Sub 20 y salí tercero del mundo sub 18, en parte porque al salir del colegio tenía más tiempo libre.

Entré a exámenes libres y después hice un dos por uno en un colegio que está súper satanizado, es como que ahí va lo peor de lo peor, pero el director me decía acá tenemos cursos enteros de bailarinas de ballet, tenemos cursos de madres solteras que no pudieron compatibilizar tener un hijo con los estudios, tenemos alumnos que sí, son vulnerables socialmente, pero al mismo tiempo les damos las herramientas y la oportunidad de poder crecer. Era muy fácil, y eso que no soy muy inteligente. El colegio no requería mayor esfuerzo y eso me sirvió mucho.

Es lo que le digo a los ajedrecistas jóvenes: que si en verdad quieren mejorar tienen que hacer ese sacrificio. Pero es difícil explicarle a la familia que su hijo puede ser ajedrecista y que puede vivir ya sea en torneos o dando clases y para eso es necesario que no estudie o que no vaya de 8 de la mañana a seis de la tarde al colegio. Eso me parece absurdo.

¿A tu papá le costó aceptar que renunciaras a los estudios?

Bueno, creo que a esta altura ya lo puedo decir: mi papá estaba en un conflicto muy grande, porque él le prometió a mi mamá que yo iba a sacar adelante los estudios. Y como pareja creo que lo correcto es pensar que tu hijo va a tener una buena educación, va a tener una buena profesión, va a ser una buena persona, etcétera. Para él fue muy difícil, creo yo, que yo me dedicase al ajedrez sin tener la certeza de que puedo ganar el dinero suficiente, o que puede ser aceptado socialmente.

Hasta que un día gané la primera etapa de la Copa del Mundo. Gané harto dinero, un poco de visibilidad en la prensa y justo en una entrevista dije que me quería dedicar al ajedrez, y no le comenté a él. Siempre menciona eso de que se enteró por la prensa.

¿Qué tienes en común con otros deportistas de alto rendimiento?

La verdad sigo poco los otros deportes, pero sí se necesita una mentalidad competitiva como la de Rafael Nadal. No la tengo, pero quiero acercarme a eso: a la dedicación de Federer. Quizás lo asociaría a otra disciplina que me gusta: el Freestyle, que no soy tan fanático pero sí sigo un poco a los mejores referentes, y ellos sí tienen una determinación diferente.

Me gusta mucho enfrentarme a jugadores más fuertes que yo. Eso me apasiona. Es lo que más disfruto de los torneos de ajedrez. No es que mires en menos a los rivales con menos rating, pero me gusta preguntarme por qué esta persona es mejor que yo. Soy muy soberbio en ese aspecto, no tolero que alguien pueda ser mejor que yo siendo que estudio tantas horas al día de ajedrez.

¿Alguna anécdota del campeonato?

Me acordé que fue con el campeón del mundo. En el momento estaba muy nervioso e hice un movimiento y pasé a botar una pieza, como que estaba muy, muy nervioso, y con la mano tiritando moví mal y apreté el reloj: eso se considera como una falta de respeto. Pero él entiende que yo estaba nervioso y que no fue mi intención, hizo como un gesto así de “tranquilo” y acomodó las piezas.

Hay una tensión grande pero se maneja principalmente caminando. O sea no es que estemos ocho horas seguidas sentados, ahí no podríamos soportarlo. Nosotros caminamos, analizamos la partida de otros jugadores. Por ejemplo estamos acá pero puedo caminar unas 8 o 10 mesas más allá sin problemas. Puedo salir. Nosotros tenemos que pensar constantemente en la partida y para distraernos, claro, nos paramos y ahí nos abstraemos un poco, pero sí me ha pasado que de repente voy caminando mirando hacia cualquier parte y encuentro una jugada buena y que después la aplico en el tablero.

¿No te pasa que te replanteas cosas básicas en el último momento?

Lo que me pasa es que a veces desconfío de movimientos que he hecho toda mi vida. Entonces es más o menos similar y para eso juego muchas partidas rápidas, por ejemplo si quiero memorizar estos movimientos que están en el tablero lo que hago es regresar las piezas y lo hago nuevamente. Lo hago una y otra vez.

Pero no sólo hasta acá, sino avanzada la partida, 18 jugadas hacia adelante. Y ahí repito y repito y repito.

Hay veces en que me confío demasiado y creo que lo que estoy haciendo es correcto porque no le doy espacio a esa duda y me equivoco. En definitiva pensé que este caballo tenía que ir acá pero en verdad tenía que ir por acá. Eso me pasó justo con el campeón del mundo en vivo y en directo

¿Te frustra equivocarte en cosas que ya tenías dominadas?

Es parte de. Uno analiza demasiadas posiciones y se puede olvidar de la jugada. Sumado que yo no tengo una memoria privilegiada como ajedrecista. Hay personas que se acuerdan de cada partida que han jugado en su vida, no es mi caso. Me acuerdo de ideas de muchas partidas, muchísimas y puedo replicar cientos o miles de movimientos de memoria pero sí, esa parte me cuesta bastante. Entonces acepto si es que me equivoco. Hago el esfuerzo suficiente como para no sentirme mal si es que después pierdo.

¿Hay alguna enseñanza de vida que te haya dado el ajedrez?

A mí lo que me gusta del ajedrez es que a medida que uno estudia y empieza a comprender mejor el juego se va dando cuenta de que no sabe nada. Eso me gusta asociarlo a la vida porque hay gente que es muy soberbia por sus conocimientos, pero en el fondo estamos en algo tan grande, el universo es tan complejo, que es imposible conocer todo y el ajedrez también. Necesitaría miles de días para poder entender bien el juego y eso es lo que me gusta.

¿Qué opinas de la calidad de las máquinas que juegan ajedrez?

Todo comenzó cuando Kasparov perdió con el Deep blue, no me acuerdo en qué año, pero se dice que ese match fue arreglado. No quiero ahondar en eso, solo que las acciones del Deep blue aumentaron un 30% al día siguiente y esa computadora dejó de funcionar por algún motivo. A los pocos años aparecieron nuevos procesadores. Ya por ahí el 2014 la computadora daba jugadas muy buenas en poco tiempo.

Ahora yo tengo que dejar el computador cinco minutos pensando una posición para creer realmente lo que está generando. El 2018 se jugó un match contra Stockfish, que en ese entonces calculaba algo así como 100.000 movimientos en menos de un minuto. Es tremendo. O sea yo puedo calcular, qué sé yo, 20 jugadas en 30 segundos, pero Stockfish calcula 100.000 en un minuto. Ya con eso tenía un nivel de juego muy grande, pero jugó un match contra Alphazero, que era un módulo de Inteligencia Artificial. La diferencia es que Alphazero aprendió a jugar ajedrez consigo misma. Similar a la Novela de ajedrez (último libro de Stefan Zweig), un libro que me gustó mucho, donde el protagonista entiende a la perfección el juego jugando contra sí mismo. Fue escrito hace muchos años y Alphazero lo replicó y llegó a un nivel de entendimiento del juego impresionante.

Alphazero no calcula 100.000 jugadas, pero sí llega a una posición y sabe más menos hacia dónde se dirigen sus piezas, cuáles son las debilidades y tal. Jugó con Stockfish y lo masacró: le ganó algo así como 80 partidas a 10. Después de la aparición de ese módulo el ajedrez cambió nuevamente: empezamos a pensar de otra forma, a visualizar más las estructuras de peones, a cómo van a estar ubicadas las piezas. Hace un par de meses se fusionó Stockfish con Alphazero y ya el ajedrez cambió nuevamente. Todos los años va mutando gracias a la tecnología y a los computadores y módulos de análisis.

¿Los computadores le mataron el brillo a la práctica del ajedrez?

A mi modo de ver sí le mató el brillo porque a mí me encanta improvisar en ajedrez. Disfruto cuando la partida avanza y veo que mi oponente está pensando, pero muchas veces hay partidas que se definen desde la casa. Él tiene todo estudiado y en el fondo no hice ningún movimiento por mi cuenta sino que solamente repetimos lo que habíamos estudiado hace dos semanas, por dar una idea, y eso para mí es muy aburrido.

Yo lo que hago es profundizar en posiciones poco conocidas: ver si es que no son inferiores y si es que realmente se puede intentar con la ayuda de los ordenadores y probar cosas nuevas, eso es mi estilo de juego. Pero hay otros en cambio que se dedican a secar el ajedrez, por así decirlo: solamente estudian una apertura en particular y se defienden con esa apertura. En el fondo uno no puede jugar ajedrez con ellos porque no tiene cómo sacarlo de lo que dice la máquina. Está jugando contra el ordenador, no contra el humano. En ese sentido sí hay muchos detractores, pero al mismo tiempo gracias a esa ayuda de la máquina posiciones que se creían inferiores antes o que un bando tenía mucha ventaja, ya ahora parecen interesantes porque justo este módulo encuentra una secuencia en el camino y ahora de repente podemos improvisar y esta secuencia complejiza la partida. Eso está entretenido.

Oye y para terminar con una pregunta media rara ¿es verdad que los ajedrecistas son buenos para el casino?

Hay algunos, conozco varios casos de ajedrecistas que saben contar cartas y que les va bien con eso.