A escala humana

La semana pasada anduve paseando por la región del Maule. Me encontré con el proyecto hidroeléctrico Colbún y recordé con nostalgia cuando en la universidad estudiaba los conceptos básicos de electricidad de alta potencia. Me asombra pensar que pude haber estado trabajando en eso, y aunque no me parece igual de aburrido que antes tampoco me arrepiento de haber seguido mi camino actual.

La neblina que ahora domina la zona, el sonido de la electricidad sobre tu cabeza y la diferencia de escala entre tú y las máquinas despiertan el sentido de supervivencia primitivo.

Es interesante también pensar en los cambios al ecosistema que produce un proyecto de esta escala. Por un lado, la energía hidroeléctrica por mucho tiempo era la más práctica y ecológica (sobre todo considerando nuestra geografía). Por otro lado crear un embalse de agua cambió el clima de una parte de la región, intervino ríos y parte de la vida silvestre asociada. Después del embalse, el agua baja tranquila y silenciosa por un canal artificial. Llega a dar la impresión de funcionar en armonía con el resto del paisaje, con hermosa simetría como logré capturar en algunas fotos. Y sin embargo, esa obra es como una estampida para el orden natural. Me cuestioné si yo siendo ingeniero hubiera estado orgulloso de crear o dar el visto bueno a un proyecto así, y honestamente creo que sí. Es lo que se podía hacer y hasta el día de hoy ha funcionado bien. ¿Se puede mejorar? Por supuesto. Pero, ¿qué significa mejorar? Descubrí que estaban instalando una central de energía solar junto al embalse de Machicura, pero incluso para eso fue necesario despejar una extensa área de la vegetación existente. Todo tiene ventajas y costos en la ingeniería, y cada uno define un punto de equilibrio diferente.

Por cierto, esta región está llena de paisajes hermosos que vale la pena conocer.