Gonkoken nanoi: lo que podría revelar el nuevo dinosaurio descubierto en la Patagonia Chilena

Diversas señales remotas de la historia de la vida en la tierra, se encuentran escondidas entre los estratos terrestres en forma de fósiles. A veces, ya sea por eventos azarosos o por expediciones altamente organizadas, son descubiertos y exhibidos en la comunidad científica, cambiando los escenarios evolutivos y ecológicos de lo que alguna vez fue un periodo de esta historia. El descubrimiento de este dinosaurio hizo exactamente eso, cambió la percepción que teníamos del pasado.

En Chile existe un lugar excepcional que resguarda la historia biótica desde el final de la Era Mesozoica, también conocida como “Era de los dinosaurios”. Este sitio se encuentra en la que hoy es la Patagonia Chilena, específicamente el sector de Cerro Guido y el Valle del Río de Las Chinas, ubicados en la Provincia de Última Esperanza, Región de Magallanes y Antártica Chilena. Cada año en el mes de febrero, un grupo de especialistas del área de paleontología de todo el mundo, escarban este lugar  para escudriñar en los misterios de su pasado. Dentro de los últimos años, esta región ha mostrado al mundo nuevos fósiles que representan especies novedosas que han permitido nutrir el escenario evolutivo de los dinosaurios.

El descubrimiento de Gonkoken nanoi

Recientemente, un estudio publicado en la revista Science Advances, por la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, el Instituto Antártico Chileno, y el Museo de Historia Natural, dió a conocer un reciente hallazgo de un dinosaurio con “pico de pato” denominado Gonkoken nanoi, que existió hace alrededor de 72 millones de años atrás, en lo que actualmente es la Región de Magallanes.

Este es el quinto dinosaurio descubierto a nivel nacional, y es el segundo encontrado en el Valle del Río de las Chinas, luego del Stegouros elengassen, un aquilosaurio de aproximadamente 2 metros de largo, que poseía un macizo en la cola compuesto por siete pares de placas y que fue dado a conocer en el año 2021. El reciente hallazgo, de Gonkoken nanoi, corresponde a un dinosaurio con “pico de pato” que medía alrededor de 3,5 a 4 metros de largo y su peso oscilaba entre 600 kilos a una tonelada, lo que se pudo estimar analizando huesos fósiles en gran estado de preservación de adultos y juveniles.

Figura 1. Anatomía del esqueleto de Gonkoken nanoi, sacado de la reciente publicación en la revista Science Advances.

¿Cómo se veía el Gonkoken nanoi?

El Gonkoken podía tomar tanto postura bípeda, como desplazarse con sus cuatro patas, y tenía un pico aplanado en su extremo, con grandes y fuertes baterías dentales en sus mandíbulas y a su vez con numerosas corridas de cientos de dientes, que le permitían triturar, moler, y cortar cualquier material vegetal, incluyendo incluso madera.

Video creado por paleoartista Gabriel Díaz Yanten 

Su nombre Gonkoken proviene de la lengua indígena de la zona, el Aonikenk, y se compone de “Gon” que significa “parecido o similar” y “koken” que significa “pato silvestre o cisne”. El nombre de “nanoi”, que le sigue, se le puso en homenaje a Mario “Nano” Ulloa, quien se desempeñaba como puestero de la estancia de las Chinas, y quien participó colaborando en los descubrimientos fósiles de las primeras expediciones fósiles que se realizaron en la zona.

Los dinosaurios con “pico de pato”

Los dinosaurios con “pico de pato” (al cual pertenece Gonkoken nanoi), alcanzaron su máxima diversidad histórica en el ocaso de la era de los dinosaurios, y generaron una diversificación en formas más avanzadas en la familia Hadrosauridae, los cuales se consideran los "verdaderos" dinosaurio “picos de pato”, o los que en términos filogenéticos (la rama de la biología que estudia las relaciones de ancestría y descendencia) corresponde al grupo de hadrosaurios más derivados que tienen características morfológicas irrefutables de hadrosaurios . Los hadrosaurios se encuentran entre los herbívoros más exitosos, con gran cantidad de individuos, en la historia de la vida en la tierra, y destacan además por su comportamiento social y su cuidado parental, lo que se evidencia por la presencia de conglomerados de fósiles o “bone beds”, que agrupan huesos fósiles de distintas edades.

En el momento evolutivo y geológico en el que diversificaron estas formas de dinosaurios, la distribución de los continentes era distinta a la actual. Durante el Cretácico, los continentes se encontraban en movimiento, remodelando la forma de la tierra y sus formas de vida. Los restos del supercontinente Pangea, al inicio del periodo, formaron una serie de continentes aislados, algunos más al norte, derivados del gran continente Laurasia, y otros más al sur, derivados del gran continente Gondwana. Sorprendentemente, dentro de esta historia, los dinosaurios “pico de pato” fueron quizás los únicos dinosaurios del continente Laurasia que colonizaron con éxito el continente de Gondwana (África, América del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Antártida etc).

Figura 2. Deriva continental en distintos periodos geológicos. Se muestra un desplazamiento de los continentes, desde el supercontinente Pangea, hasta la actualidad. Notar cómo estaban distribuidos los continentes en el Cretácico. Figura realizada por Daniela Flores.

Por otra parte, otra cosa interesante, es la posición evolutiva (o en palabras más técnicas, posición filogenética) de este nuevo dinosaurio.

El momento dentro de la historia de la vida en que surgió este nuevo dinosaurio, se pudo analizar al generar árboles evolutivos robustos, haciendo matrices basadas en diversas características morfológicas de distintas especies de hadrosaurios y a su vez, ocupando representantes de otros grupos. Al analizar estos árboles, se encontró que Gonkoken se posicionaba entre grupos que representaban líneas evolutivas antiguas, similares a líneas evolutivas antiguas de Hadrosáuridos norteamericanos, que luego con el paso del tiempo generaron grupos de hadrosaurios más recientes (lo que anteriormente se definió como “verdaderos hadrosaurios”).

Es por ello, que se describió a este dinosaurio como un “pico de pato” transicional (algo así como un Tiktaalik entre la evolución de los peces a los tetrápodos, o un Australopithecus entre los simios y los humanos), ya que sus características morfológicas son transicionales comparadas a la de los “pico de pato” verdaderos (o más derivados), mientras que otros caracteres son más bien ancestrales, o más antiguos.

Esta morfología de transición sugiere que Gonkoken no es un verdadero hadrosáurido pero, se encuentra estrechamente relacionado con los verdaderos hadrosáuridos (lo que puede sonar a su vez medio confuso, pero que demuestra los típicos escenarios y nomenclaturas confusas con los que taxónomos o filogenetistas, y paleontólogos, lidian cotidianamente).

Figura 3. Filogenia muy simplificada que muestra la posición evolutiva de Gonkoken nanoi, entre dinosaurios pico de pato primitivos y los “verdaderos” dinosaurios pico de pato (desde el nodo Hadrosauridae). Figura realizada por Daniela Flores.

Largas migraciones

Además, algo que llamó la atención es que este dinosaurio, en su escenario evolutivo, no está particularmente relacionado con otros dinosaurios “pico de pato” sudamericanos, los cuales representan formas más derivadas o avanzadas de hadrosaurios. Esto es interesante porque el Gonkoken es el primer dinosaurio “pico de pato” no hadrosáurido jamás encontrado en el extremo sur (anteriormente conocido como Gondwana), por lo que su presencia obliga a hipotetizar acerca de las posibles rutas migratorias que trazaron para llegar a asentarse en zonas australes.

Sin embargo, estas explicaciones implican rutas complejas y no tan claras: rutas notablemente largas, grandes espacios intermedios sin registros de este tipo de dinosaurios y barreras marinas que detuvieron a la mayoría de los dinosaurios que migraban desde regiones del norte. Es posible que pudiesen haber utilizado cadenas de islas en vez de puentes terrestres continuos, que a su vez hayan migrado desde lo que actualmente es América del Norte, o incluso, que hayan pasado por Europa y luego África y América del Sur.

Figura 4. Historia Biogeográfica de los dinosaurios “pico de pato” de América del Sur, sacado de la reciente publicación en la revista Science Advances.

Se ha descrito anteriormente que los dinosaurios con pico de pato tuvieron la mayor capacidad de migración documentada para cualquier dinosaurio, y que posiblemente en estas, debieron haber cruzado distintas barreras marinas, además de tal vez, haber sido buenos nadadores.  Cualquiera sea el caso, este es un nuevo escenario que abre el enigma de cómo llegaron estas formas más antiguas de hadrosaurios al sur del mundo.

Este nuevo hallazgo, junto a los otros tantos descubrimientos fósiles que se han hecho en éstos últimos años en Chile, nos permite esclarecer aún más el panorama evolutivo y de los grandes cambios que han ocurrido en el mundo en el orden de los millones de años.

Mi experiencia en las expediciones paleontológicas

En lo personal, he tenido la fortuna de ser parte de la Red Paleontológica UChile, de participar activamente en expediciones paleontológicas a la Patagonia, y presenciar y excavar en la zona donde se encontró este nuevo espécimen.

Descubrir estos fósiles en la Patagonia, requiere soportar el frío, la nieve, la suciedad, las largas caminatas y los múltiples dolores corporales que surgen al pasar los días de trabajo en terreno. Sin embargo, todos estos “problemas” desaparecen cuando se descubre algo nuevo que nos posibilita a entender más acerca de la evolución de las formas vivientes, y de ser conscientes que estamos presenciando una vida de millones y millones de años, gatillando un flashback al pasado remoto.

A priori, no se sabe exactamente si un nuevo descubrimiento, como este, permite esclarecer más los escenarios barajados anteriormente, o bien abrirnos a más y múltiples preguntas que se tendrán que intentar responder. Lo único que sí sabemos, es que para seguir entendiendo qué ocurrió en el pasado y cómo era la biota primitiva, debemos seguir escarbando sus huellas a través del descubrimiento de los restos orgánicos en forma de fósiles, escondidos en las capas de tierra bajo nuestros pies.


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